Page 50 - Brugger Karl Crnica de Akakor
P. 50

las leyes de los Dioses. Estos son los incas, una nación hermana de las Tribus
                  Escogidas. Su historia comienza en el año 7951 (2470 a. de C.). En ese año.
                  Viracocha, el segundo hijo del príncipe Sinkaia, se rebeló contra el legado de los
                  Dioses, huyó a la Tribu que Vive sobre el Agua y fundó su propio imperio.
                  Y los sacerdotes, hombres de magia poderosa, se reunieron. Todo lo conocían
                  sobre futuras guerras. Todo les fue revelado; sabían si la guerra y la discordia
                  estaban próximas. Verdaderamente, su conocimiento era inmenso. Y desde que
                  vieron en el futuro la traición de
                  107
                  Viracocha, el hijo segundo de Sinkaia, se mortificaron a si mismos y ayunaron en el
                  Gran Templo del Sol en Akakor. Sólo comieron ¡res clases de fruta y pequeños
                  pasteles de maíz. Era realmente un gran ayuno, para vergüenza del infiel Viracocha.
                  Ninguna mujer se les acercó. Durante muchos días, permanecieron solos en el templo,
                  observando el futuro, sacrificando incienso y sangre. Así es como pasaron sus días,
                  desde el alba hasta el crepúsculo, y sus noches. Rezaron con sus corazones contritos
                  por el perdón del infiel hijo de Sinkaia.
                  El rezo de los sacerdotes no pudo ablandar el corazón del segundo hijo de Sinkaia.
                  Aunque no estaba autorizado para desempeñar el puesto de príncipe. Viracocha
                  reclamó la soberanía sobre el pueblo de los Ugha Mongulala. Se rebelo contra el
                  legado de los Dioses e infringió las leyes de Lhasa. Para preservar la paz en el
                  territorio, el consejo supremo convocó a Viracocha a juicio. Los ancianos del
                  pueblo deliberaron sobre su culpa en la Gran Habitación del Trono. Su sentencia
                  emitió el mayor y más grave de los castigos, y lo enviaron al exilio.
                  Viracocha, el Hijo del Sol, como más tarde se hizo llamar a sí mismo, es el único
                  descendiente de la dinastía de Lhasa que infringió las leyes de los Dioses y que
                  tuvo que pagar su crimen con el exilio. Este era el mayor castigo de mi pueblo
                  hasta la llegada de los soldados alemanes, quienes insistieron en la introducción
                  de la pena de muerte. Para delitos menores, como la violencia o la desobediencia,
                  el culpable debía pedir perdón públicamente. La pereza es considerada como una
                  infracción de las leyes de la comunidad y es castigada con un período de servicio
                  en las peligrosas fronteras. La embriaguez únicamente constituye delito si el autor
                  no ha cumplido sus obligaciones por causa de ella. El robo es el delito
                  108
                  más abominable, ya que mi pueblo lo posee todo común y la propiedad personal
                  carece de significado alguno. Como a los adúlteros, a los asesinos y a los rebeldes, a
                  los ladrones se les envía también al exilio.
                  Viracocha el Degenerado no sólo infringió el legado de los Dioses, sino que ignoró
                  asimismo la sentencia del consejo supremo. En vez de vivir aislado y solo en las
                  montañas, como prescriben las leyes de mi pueblo, huyó a la Tribu que Vive sobre el
                  Agua. Condujo a la tribu a un valle situado en las montañas de los Andes y construyó
                  Cuzco, la ciudad de las cuatro esquinas del universo, como él la denominó. Había
                  nacido una nueva nación hermana, el pueblo de los incas, los Hijos del Sol.
                  Rápidamente creció y se hizo poderoso su imperio. Los incas, bajo la dirección de
                  Viracocha y sus descendientes, conquistaron muchos países y sometieron a numero-
                  sas tribus salvajes. Sus guerreros conquistaron las riberas del océano occidental y
                  avanzaron profundamente en la inmensidad de las lianas del Gran Río. Acumularon
                  enormes riquezas en la capital del imperio e introdujeron nuevas leyes que iban en
                  contra del legado de los Dioses. Desarrollaron incluso una escritura propia. Ésta
                  consistía en cuerdas de muchos colores que estaban atadas en nudos. Cada nudo y
                  cada cuerda poseían un significado definido. Varias cuerdas anudadas juntas
                  formaban un mensaje. Así es cómo desarrollaron su imperio, sobre la idolatría y la
                  opresión. No les sería muy difícil montar una campaña de destrucción contra los Ugha
                  Mongulala.
                  Había sido escrito que los descendientes de Viracocha rechazaran el legado de los
   45   46   47   48   49   50   51   52   53   54   55