Page 177 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
P. 177
HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN PERUANA 173
oriental de la cordillera de los Andes, a la meseta andina, en donde
se verificó la fundación de la urbe.
De suerte que el mallco aimara, padre del manco quechua,
fue en buena cuenta el guía, el vaqueano, el scout, el pathfinder,
el maquile ff de una horda andina en marcha.
Una severa crítica deberá reconocer que no fué otro el papel
que les cupo desempeñar a los Mancos de la leyenda, que inter-
vinieron en el éxodo de los aillos salidos de la comarca ribereña
del Titicaca a la fundación del Cuzco.
A lo cual cabe agregar que, antes de ser tales guías o adalides
el manco quechua, el
de una horda en marcha, el mallco aimara , y
manquileff araucano, fueron los exploradores a quienes incumbió
la tarea de reconocer, disfrazados de cóndores, las tierras hacia
las cuales habían de guiar, llegado que fuese el tiempo oportuno,
a sus congéneres.
Los exploradores de la Sagrada Escritura, enviados por Jo-
sué, acampado a la sazón con las doce tribus a orillas del Jordán,
a 'reconocer los viñedos opimos de Jericó, fueron prácticamente,
los múlleos, o sea los mancos de aquel episodio decisivo de la vida
del pueblo de Israel.
¿Qué disfraz adoptarían ellos para no ser reconocidos de las
gentes cuyas tierras reconocieron?...
El paisaje en medio del cual vivieron los andinos, con la
teoría de sus cumbres pobladas de cóndores, les sugirió, sin duda
alguna, el ardid de copiar en la persona de sus exploradores las
trazas y los andares de aquellas aves “ corredoras ”, las veces que,
desde sus breñas natales, otearon las tierras de sus vecinos.
La reminiscencia de aquella treta, propia de pueblos primi-
tivos, permanece vigente entre los indios de Charcas en Bolivia,
cuyos valles reconocieron los hombres cóndores desde las cumbres
de las sierras vecinas, antes de invadirlas las huestes de Maita
Capac y agregarlas a los dominios imperiales.
Una de aquellas, por las cuales las huestes euzqueñas apor-
taron al ubérrimo valle de Cochabamba, sigue denominándose Ta-