Page 288 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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        oriundo del Cuzco  y  mandón (wilca) de los huancos encargados
        de guardar aquel término del imperio, en quien procrea a Ata-
        hualpa.
            La rivalidad, inevitable, entre el príncipe quiteño  el cuz-
                                                             y
        queño trae consigo la guerra civil, en que Pizarro encuentra en-
        vuelto al imperio; guerra que facilitó a este último, más allá de
        cuanto pudo imaginar, la conquista del país  y  la supresión del in-
        cazgo peruano.
            El nombre Huáscar, de sonido  y construcción ajenos del idio-
        ma quechua, el cual propendió a las voces de cuatro sílabas acen-
        tuada a lo grave, antójásenos contracción de Huasa-Ccara: espal-
        da desnuda
            El ha debido designar—pensamos—al “príncipe de la espal-
        da desnuda”, hijo de madre antisuya, entendiéndose por Antisuyo
       la montaña de la ceja de la cuenca amazónica; el cual copió, por
       lo que hace a indumentaria, las costumbres de sus antepasados
       maternos las antis, satis, pilcozones o caribes.
            Atahualpa, nombre compuesto de hatta: semilla,  y  huallpa:
       hembra (de la familia humana, como de las aves, razón por la cual
       en quechua se da el nombre huallpa a la gallina, en su condición
       de hembra del gallo) ha debido ser el mote con que fué conocida
       la madre del príncipe quiteño, en razón de su calidad de hembra
       de la semilla de los orejones cuzqueños, por mucho que nacida o
       criada lejos del Cuzco.
            Atahualpa significó, en sustancia, mujer de raza, o mujer
       castiza, o mujer de la casta orejona.
           Posible es que el nombre de la quiteña se transmitiese al fu-
       turo inca usurpador en los decires del harem imperial, en la for-
       ma de hatta-huallpa-guachasca: el hijo de la orejona quiteña.
            Tal fué, según nuestro entender, el sentido hermético de la
       nomenclatura incana, contemplado a la luz de la crítica  y de la
       filología.
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