Page 312 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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          Tiahuanaco fué el Lassa de un Tibet de América.
         Mientras aquella religión, tan de la muerte, sigue su curso,-
     ajena de pensar en que día llegaría en que otra habría de rele-
     garla a segundo lugar, medran  y  se robustecen las colonias mit-
     mas que los Collaguas de la urbe de los Muertos Sentados envia-
     ran antaño a los valles chuapínyungas  y  yungas (semitropicalés y
     tropicales) de la vertiente occidental de la cordillera de los An-
     des, con rumbo a los ubérrimos valles de Moquegua y  de Tacna.
         El ambiente que envuelve, en aquel su nuevo asiento, a aque-
     llas primitivas agrupaciones oriundas de una áspera serranía
     es otro.
         Dentro de  él, la primavera sucede al otoño, heredero de los
     fríos invernales,  y  sirve de prólogo al opimo estío.
         La naturaleza muéstrase risueña e inspiradora durante aque-
     llos sus meses mejores.
         Amenos sembríos tachonados de flores,  y  cosechas abundosas
     responden al esfuerzo del agricultor.
          El sabroso maíz reemplaza a la quinua de amargo gusto te-
     rroso.
          Sus granos, majados  y  fermentados, dan de sí la bebida, en
     lo sucesivo nacional de la chicha con sus embriagueces, madres
     de estros  y  de arte.
          Aquellos mitmas, que comienzan por decirse Lupacas, en el
     sentido de “hijos del Sol”, intuyen  y  comprenden que todo se lo
     deben al Astro magnífico, a que aplican el nombre de padre,  y
     al que se sienten tentados de dar el de Dios.
          Aquéllo no tarda en suceder.
          Nace, en plena comarca lupaca, la religión del Sol, sin que
     ello importe menoscabo para el culto ancestral de los Muertos.
          Aquel comienzo de innovación amenaza en sus fueros a   la
     vieja ortodoxia tianahuaquense.
          Su sacerdocio apréstase a combatirlo.
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          De  allí, por parte de los Collos-Lupacas, fautores de la re-
     forma, la cruzada contra Tiahuanaco, la ruina de su urbe,  y  el
     ocaso de la llamada primera civilización peruana.
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