Page 323 - El Misterio de Belicena Villca
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Manú, pueden ser desencarnados violentamente, acción que, aparte de
trastornar sus planes, tiene la virtud de destruir la matriz genética de las
presuntas Razas raíces.
Se puede, entonces, matar a los Inmortales, que sólo lo son si no se
ejerce violencia contra Ellos pues habitan un pliegue del espacio en el que el
tiempo transcurre de un modo diferente, de tal suerte que sus cuerpos se
mantienen fisiológicamente estables en una “edad determinada”. Con esta terrible
afirmación cerraré aquí el paréntesis doctrinario que abrí más atrás. Se está ya,
en virtud de lo expuesto, en condiciones de interpretar la hazaña del Rey
Hiperbóreo Nimrod. Por ejemplo, se puede ahora calificar a los Kassitas como
gran potencia racial por haber llevado, de acuerdo a la definición anterior, el
teatro de operaciones a la Guarida de los Demonios Inmortales. Proseguiré
entonces, con el relato.
Repetiré lo dicho al comienzo. Los Kassitas habían pactado con su Dios
Arquero Kus para participar en la Contienda Esencial. Eran guerreros temibles,
perfectamente capaces de hacer frente a bestias, hombres o Demonios.
Peregrinaron durante años hasta que los Iniciados cainitas decidieron que
“la Serpiente de Fuego” más poderosa, esto es: el vórtice de energía telúrica, se
hallaba dentro de los límites de la ciudad de Borsippa, que ya existía y estaba
habitada por una tribu de pastores habiros. Ello no representó ninguna dificultad
para un pueblo decidido a librar combate a Demonios infernales. En breve tiempo
los Kassitas dominaban la plaza y sus Iniciados cainitas realizaban los Rituales
necesarios para “calmar” a la Serpiente de Fuego.
Inmediatamente después pusieron en práctica una Estrategia adecuada
para la inminente ofensiva. De ella debemos destacar dos tareas que demuestran
la capacidad de los Iniciados cainitas. La primera consistió en entrenar a una Elite
capaz de resistir a la poderosa magia que los “Demonios” emplearían al abrirse
“la Puerta del Infierno”. Esta Elite hiperbórea, ancestro lejano de la , tendría la
sagrada misión de exterminar a los Demonios, faena alucinante en la que
seguramente perderían la vida o la razón.
La otra tarea era quizá la más simple de ejecutar pero la que requeriría
mayor destreza en el manejo de la Sabiduría Hiperbórea: construir la “Torre
mágica” que, merced a la armonía de sus exactas dimensiones, su forma y su
funcionalidad, canalice la energía telúrica dispersándola en torno al “Ojo de la
Espiral” de energía. En la arquitectura de Templos lo más importante, desde el
punto de vista de la “funcionalidad ritual”, es el plano de la base, su símbolo. Los
más utilizados son: la base circular, en cruz u octogonal, aunque también se han
construido con base rectangular, pentagonal, exagonal, etc. Pero en la
arquitectura hiperbórea de guerra suelen construirse edificios semejantes a
fortalezas cuyo plano de la base casi siempre es un “laberinto”. Debe utilizarse tal
figura debido a exigencias técnicas de la canalización de energías telúricas y
puedo agregar que la aplicación de la “técnica de los laberintos” es otra de las
siete maneras de abrir puertas inducidas. Por supuesto, no cesaré de repetir, que
los productos de estas técnicas hiperbóreas no son automáticos, es decir,
incluyen en su funcionalidad la participación de hombres entrenados.
El plan de guerra de Nimrod constaba, entonces, de tres pasos: 1ro.) abrir
la puerta al plano de Chang Shambalá; 2do.) acceder al famoso Umbral de la
iniciación sinárquica; 3ro.) atacar, atacar, atacar...
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