Page 324 - El Misterio de Belicena Villca
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Para complementar esta colosal Estrategia se contaban una serie de
                 detalles logísticos como por ejemplo la elección de las armas o la posibilidad de
                 emplear las antiquísimas “corazas mágicas” de la Atlántida. Con respecto a las
                 armas los Iniciados cainitas decidieron que los guerreros emplearían flechas
                 construidas según una antigua fórmula: las plumas serían de ibis; las varas, de
                 acacia del Cáucaso; y las puntas,  de piedra, serían pequeñas estalactitas
                 perfectamente cónicas recogidas de unas cavernas profundas y misteriosas que
                 una tradición chamán afirma se conecta con el Reino Hiperbóreo de Agartha.
                        En cuanto a las “corazas mágicas” es  fácil figurarse hoy, a la luz de la
                 moderna tecnología electrónica, cómo sería un “campo electrostático precipitador
                 de materia”, envolvente de todo el cuerpo. Sin embargo esta “coraza electrónica”,
                 llamada mágica en la Epoca de Nimrod, era una defensa común en los días de la
                 Atlántida, hasta unos 12.000 años atrás. Los Iniciados cainitas sólo lograron dotar
                 por algunas horas de tal campo protector al Rey Nimrod y a su General Ninurta
                 pues nadie más en el pueblo contaba con las condiciones de pureza necesarias
                 para aplicar la antiquísima técnica. ¡Sólo dos guerreros cuando la Atlántida
                 contaba con ejércitos enteros que empleaban el “abrigo de metal”! Esta técnica
                 sufrió una lenta degradación hasta desaparecer completamente debido a la
                 confusión sanguínea. En un principio, cuando los Dioses vinieron a la Tierra hace
                 millones de años, revistieron su cuerpo físico con una “coraza de fuego”. Luego
                 en la lejana Lemuria, los Iniciados, Reyes y guerreros, materializaban minerales
                 por lo que solían llamarse “Hombres de  Piedra”. Y, finalmente, en pleno Kaly
                 Yuga Atlante, los Dioses Traidores materializaban corazas de metal en torno a su
                 cuerpo las que los protegían de golpes de  espada o lanza a la manera de
                 nuestras medievales cotas de malla. La coraza atlante de metal materializado es,
                 por otra parte, el origen de la leyenda judía  según la cual Nimrod poseía las
                 “vestimentas” que Adán y Eva lucieron en  el Paraíso. Las habría obtenido de
                 Cam, uno de los hijos de Noé y, más adelante, luego de luchar con Esaú, otro
                 gran cazador, las habría perdido. Estas  leyendas se hallan en los Midrash
                 talmúdicos Sepher Hayashar (Siglo XII) y Pirque Rabli Eliezer (90-130 D.J.C.) y
                 también en el Talmud Babilónico (500 D.J.C.), etc.
                        Los Guardianes del Umbral cuentan también con corazas y armas
                 poderosas, entre ellas, por ejemplo el “rayo Om” un arma atlante con la que los
                 dulces “Maestros de Sabiduría” de Chang  Shambalá suelen desintegrar a los
                 discípulos que se muestran díscolos.
                        Parece un enemigo terrible el así armado, pero eso es pura apariencia,
                 sólo poderío material. Los guerreros de Nimrod portarían el Signo hiperbóreo de
                 Hk, la Runa de Fuego que ningún “Demonio Inmortal” puede enfrentar. Y mucho
                 menos los Doscientos Hiperbóreos Traidores. Ese Signo representa para Ellos la
                 verdad, el recuerdo inevitable del Origen Divino abandonado.  Y, como a la
                 Gorgona, no les resulta posible mirarlo sin padecer grave riesgo.

                        Cuando la Torre estuvo lista se dispuso, en la torrecilla de la cúspide, una
                 columna metálica de hierro, cobre, plata y oro, rematada  con una gigantesca
                 Esmeralda. Dicha piedra había sido entregada a los Kassitas por el Dios Kus
                 cuando los comprometió en la lucha con el Demiurgo Enlil, Jehová Satanás, cuya
                 Morada estaba en Babilonia. Y según contaban los Iniciados entre susurros, la
                 Piedra Sagrada había sido traída de Venus por los Dioses que acompañaban a
                 Kus cuando llegaron a la Tierra, antes que  el hombre existiera. Durante las

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