Page 321 - El Misterio de Belicena Villca
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Roma o Jerusalén han durado milenios es porque están asentadas sobre
grandes centros de fuerza. Hace miles de años los encargados de precisar el
lugar de emplazamiento de una ciudad eran llamados cainitas, Iniciados
sacrificadores que conocían la Magia de la Sangre Derramada. Estos homicidas
sagrados, que eran zahoríes, es decir, “sensibles” a las fuerzas de la Tierra,
luego de detectar un vórtice conveniente efectuaban el sacrificio humano
destinado a “polarizar” la energía telúrica y obtener un fenómeno de “resonancia”
con la Sangre de la Raza, de manera de que el lugar se convierta en “amigo” de
sus habitantes y “enemigo” de futuros invasores. De tales asesinatos rituales con
fines de fundación recordamos por ejemplo a Rómulo que para asegurar la
inviolabilidad de las murallas de Roma debió ejecutar a su gemelo Remo, etc.
Haré un breve paréntesis para consultar a la Sabiduría Hiperbórea sobre
algunas pautas que es necesario tener en cuenta, a fin de interpretar
correctamente la acción de guerra emprendida por el Rey Nimrod.
Puede considerarse con toda propiedad que la potencia de un pueblo
para liberarse del yugo satánico de la Sinarquía depende directamente de las
condiciones esotérico-hiperbóreas de sus Iniciados. Si hay hombres despiertos,
suficientemente capaces de localizar las corrientes y vórtices de energía telúrica,
y no desprecian el combate que inevitablemente trae aparejado esta “toma de
posición”, entonces la Raza va en camino de la mutación, se ha convertido en un
“círculo cerrado” hiperbóreo. Por razones de pureza sanguínea son siempre los
pueblos denominados “bárbaros” quienes más cerca se hallan de estas praxis
hiperbóreas; pero esos mismos pueblos, en la medida que se civilizan, o
sinarquizan, pierden potencia y, entonces, se debilita su posibilidad de
mutación. La pureza racial hiperbórea de un pueblo se evalúa en la capacidad
de sus hombres para despertar el Recuerdo de Sangre. La potencia racial
hiperbórea de un pueblo es su capacidad de oposición a la ilusoria realidad del
mundo material. Significa tomar parte activa en la Guerra Esencial y, por lo tanto,
supone alguna concepción estratégica hiperbórea. La potencia se evalúa
entonces por la claridad de los fines y objetivos estratégicos que son capaces de
formular los hombres y por los pasos efectivos que se den en tal sentido. El
resultado de la acción jamás se califica por alguna pauta material; más aún: la
acción jamás se califica en absoluto. Para la Sabiduría Hiperbórea lo que importa
es la Estrategia; esto es: la claridad de metas y objetivos y la forma de
obtenerlos, o sea, la potencia. En todo caso la acción se califica a sí misma,
independientemente de los “resultados”. El “éxito” o “fracaso” de una acción no
tienen sentido en la Estrategia Hiperbórea pues tales palabras remiten a
conceptos elaborados a partir de una incorrecta percepción del mundo, de Maya,
la Ilusión. Puede ilustrar esto una antigua sentencia hiperbórea que dice: “para
los Guerreros Sabios toda guerra perdida en la Tierra es una guerra ganada en
otros Cielos”.
Volviendo al concepto hiperbóreo de potencia racial puedo decir que, en
general, un pueblo potente es aquel que habiendo identificado al Enemigo pasa
a la acción de guerra en el marco de una “Estrategia Hiperbórea”. Y, en
particular, que un pueblo de gran potencia es aquel capaz de atravesar el
umbral y trasladar el teatro de operaciones al plano de los Inmortales.
Existen muchas maneras de atravesar el umbral. Los hombres dormidos,
los “Iniciados” en el satanismo sinárquico, por ejemplo, lo hacen durante su
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