Page 316 - El Misterio de Belicena Villca
P. 316

Cerdas, de los Reyes de Castilla lo entrega como dote de una de sus Damas y
                 pasa a poder de los Duques de Medina Sidonia, hasta el fin de esta historia.

                        La influencia de la Casa de Tharsis sobre la Orden de Predicadores se
                 mantuvo en los años siguientes, ya que el  Circulus  Domini Canis prosiguió
                 funcionando en secreto, tratando de dirigir la Inquisición contra los miembros del
                 Pueblo Elegido y los Golen, procurando  impulsar el modelo de Nación Mística
                 perfeccionado jurídicamente durante el reinado de  Felipe el Hermoso y
                 concretado en parte por ese Gran Rey. Esta influencia se hizo sentir sobre todo
                 en España, donde merced a las campañas de esclarecimiento popular de
                 muchos predicadores, entre ellos Don Ferrán Martinez, provisor del Arzobispado
                 de Sevilla y Señor del Perro, se desataron las violentas persecuciones contra
                 judíos que culminaron en las matanzas de 1391 en Sevilla, Córdoba, Toledo,
                 Ecija, Logroño, Burgos, Ocaña, y treinta comarcas más.  De Castilla, aquel
                 incendio pasó a Aragón; en Valencia el pueblo exterminó a cinco mil judíos y en
                 Barcelona a unos once mil; hasta las Baleares llegó la furia popular contra los
                 seguidores de Jehová Satanás. Corriendo peligro de ser aniquilados en Castilla y
                 Aragón, hallaron seguro refugio en Portugal, donde el marrano Don Moisés
                 Navarro, enquistado en el Gobierno, había conseguido dos bulas locales de los
                 Papas Clemente VII y Bonifacio IX, que impedían la conversión compulsiva de los
                 judíos; aquella invasión hebrea, sin embargo, habría de causar a corto plazo la
                 hostilidad de los pobladores cristianos.
                        El domínico Valenciano San Vicente  Ferrer, quien poseía el carisma del
                 don de lenguas y había predicado en todos los países de Europa en sus propios
                 idiomas, participó activamente de la campaña antihebrea: él fue quien inspiró la
                 bula de Benedicto XIII que prohibía a los israelitas la posesión del Talmud y los
                 obligaba  “a que traxesen tabardos con una señal vermeja para que así
                 pudiesen ser conocidos de todos e se lograse evitar el daño que su trato
                 trae a los cristianos”. Esto ocurría en 1412, cuando los persistentes israelitas
                 comenzaban a regresar masivamente a España. Pronto se reiniciaron las
                 persecuciones, las que fueron adquiriendo tal  saña que en 1473 llevaron al
                 Pueblo Elegido a proponer al Rey Enrique IV la venta o alquiler de la Ciudad de
                 Gibraltar para establecerse en ella,  solución muy hebrea que fue lógicamente
                 rechazada.
                        Tras la muerte de este Rey, recibe el Trono de Castilla su hermana, Isabel
                 I, casada con Fernando de Aragón. En 1478  los Reyes Católicos se dirigen al
                 Papa Sixto IV para solicitar el dictado de una bula que autorice el funcionamiento
                 de la Inquisición en Castilla; el propósito: enjuiciar a los culpables de herejía,
                 especialmente a los judíos. Rápidamente emitida, la bula permitió la formación de
                 los Tribunales del Santo Oficio, confiados a la Orden de Predicadores domínicos.
                 El promotor de aquella iniciativa de los Reyes Católicos fue el prior de los
                 domínicos de Sevilla, fray Alfonso  de Hojeda, Señor del Perro, quien supo
                 convencer a la Reina Isabel sobre la  conveniencia de hacer intervenir a la
                 Inquisición en el combate contra las fuerzas satánicas. Al principio la bula sólo
                 actuó como una amenaza  mas, merced a la infatigable gestión de los  Domini
                 Canis, Fray Alfonso de Hojeda, el provisor Don Pedro de Solís, el asistente Don
                 Diego de Merlo, y el secretario del Rey, Pedro Martínez Camaño, se consigue
                 persuadir a los Reyes sobre la necesidad de instrumentar la Inquisición con todo
                 su vigor para extirpar del cuerpo social al judaísmo y la herejía. Así, los Reyes

                                                           316
   311   312   313   314   315   316   317   318   319   320   321