Page 37 - Mitos de los 6 millones
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A finales de Octubre de 1943 el infatigable Riegner se presentó de nuevo ante el
Embajador norteamericano en Berna, Harrison, informándole de que había obtenido pruebas
de que los nazis estaban exterminando masivamente a los judíos en el territorio ocupado por
ellos. He aquí las pruebas: un informador anónimo alemán y un alto funcionario de la Cruz
Roja Internacional, naturalmente también anónimo, aseguraban poseer información de
primera mano, aunque también anónima, de que los alemanes estaban gaseando o fusilando
en masa a los judíós bajo su control. Harrison mandó el informe a Riegner al
Departamento de Estado, en Washington, adjuntando una carta personal informando, a su
vez, de haber recibido un «affidavit» de Guggenheim, el colega de Riegner, en el que se
afirmaba haber recibido testimonios que corroboraban las manifestaciones de Riegner. Tales
testimonios emanaban de un ciudadano alemán, igualmente anónimo, que había obtenido su
información en una conversación sostenida con un funcionario del Ministerio de Asuntos
Exteriores – funcionario asimismo anónimo – y de un ex-funcionado del Ministerio de la
Guerra, anónimo igualmente. Finalmente, un informador suizo, residente en Belgrado había
proporcionado información a Guggenheim, confirmando las acusaciones de exterminios
masivos de judíos. Naturalmente, ese suizo, era, también anónimo. Realmente, es muy
dificil presentar una acusación basándose en testimonios más gaseosos e inmateriales. Con
audacia sin par, Riegner y Guggenheim lo hicieron, y Morgenthau, Dexter White y Wise
se encargaron de materializarla en los Estados Unidos.
Precisamente fué el Rabino Wise quien se presentó en la Casa Blanca, ante el
Presidente Roosevelt, al frente de una delegación de judíos americanos. entregándole un
documento de veinte páginas titulado «Blue Print for Exterminations», basado
exclusivamente en la clase de información que acabamos de mencionar. La presión del
«lobby» judío, y especialmente de su fracción sionista, forzaron al Gobierno
Norteamericano a aceptar las alegaciones de Wise y, en consecuencia, los gobiernos de los
países aliados – incluyendo la Unión Soviética – hicieron público un comunicado
condenando las «exterminaciones de judíos llevadas a cabo por los nazis».
Junta al «lobby» judío, apoyándole en todo momento en la tarea de oficializar la
tesis propagandística de los exterminios en masa de judíos, estuvieron infatigablemente los
comunistas y los ultra-izquierdistas de Norteamérica, con Harry Dexter White y los
1
hermanos Hiss a la cabeza.
Al término de las hostilidades, los abanderados campeones de la Democracia y el
Progreso consideraron necesario actualizar el ignominioso ¡Vae Victis! del bárbaro Brenno
y, nombrándose a sí mismso jueces, fiscales y verdu–gos condenaron, en los llamados
Procesos de Nuremberg, a los vencidos, basándose en leyes «ex post facto». No vamos a
ocuparnos aquí, por escapar del ámbito estricto de la presente obra, del Tribunal Militar
Internacional de Nuremberg, de sus pompas y sus obras. Simplemente mencionaremos que,
2
por decisión personal del Presidente Rosevelt, el Juez Samuel Rosenman fue designado
representante directo de la Casa Blanca en el llamado «War Crimes Branch» (Sección de
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Crimenes de Guerra), presidido por el General John M. Weir, cuya misión consisna en
juzgar y castigar a los criminales de guerra nazis una vez consumada su derrota». Este «War
Crimes Branch», actuó, juntoal Tribunal Militar Internacional en los doce procesos de
Nurenberg, y posteriormente, en los centenares de procesos llevados a cabo por los
vencedores en toda Europa, y no solamente en Alemania.
1 Dexter White, Sub-Secretario del Tesoro y «alter ego» de Morgenthau era un agente soviético, que se
suicidó antes de caer en manos de la justicia. También fueron convictos agentes soviéticos Alger Hiss,
consejeron especial de Roosevelt y su hermano Donald, funcionario del Departamento de Estado. Los
tres eran judíos. (N.del A.)
2 Judío, sionista y miembro del «Brain Trust». (N. del A.)
3 Igualmente judío aunque no miembro del «Brain Trust». (N. del A.)
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