Page 46 - Mitos de los 6 millones
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autoridades alemanas, pero no en Buchenwald, sino en Dresde. Se trataba, en realidad.., de
atrocidades Aliadas; de las víctimas del ataque aéreo llevado a cabo por a RAF contra la
ciudad hospital de Dresde, repleta de refugiados del Este. La película fué discretamente
retirada de circulación, pero otras siguieron – y siguen – martirizando retinas y cerebros de
las masas, especialmente las europeas y sobre todo las alemanas, cuyo complejo de
culpabilidad con relación al Sionismo debe ser cuidadosamente entretenido. El Autor
recuerda haber asistido, en el Consulado Británico de Madrid, a la proyección de un film
«documental» sobre el campo de Bergen-Belsen. En el mismo aparecían numerosas vistas
de la famosa cámara de gas, donde mu rieron según unas fuentes unos 100.000 judíos y
según otras, más de 400.000. Pero luego, el Premio Nóbel británico, Sir Bertrand Russell,
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al que ni remotamente podría tildarse de germanófilo, y aún menos de nazi, reconoció que
en el campo de Belsen no hubo, contra lo que pretendió la propaganda de los vencedores,
ninguna cámara de gas. Hubo, simplemente, una cámara de duchas, que fué filmada y
presentada como una «cámara de gas».
El edificio de mentiras fué derrumbándose poco a poco, piedra por piedra; Hasta que
el «Institut für Zeitgeschichte» (Instituto de Historia Contemporánea), de Munich, siempre
en vanguardia del llamado «resistencialismo» alemán (antinazi), y plagado de hebreos en
sus cargos de dirección, se vió obligado a comunicar a la prensa que:
«Las cámaras de gas de Dachau y de Belsen no fueron nunca terminadas ni puestas
en acción. Las exterminaciones masivas de judíos empezaron en 1941 1942, en algunos lugares
de Polonia, pero, en ningún caso, en territorio aleman».
«En ningún caso en territorio alemán», dice el Instituto de Historia
Contemporánea. Pero como es un hecho que, hoy en día, existen instalaciones bautizadas
como «camaras de gas» en los antiguos campos convertidos en museos para la edificación
de las masas, cuyo complejo de culpabilidad y amor por lo morboso debe ser
continuamente atizado, el Instituto de Munich de. biera, en realidad, decir:
«Las cámaras de gas no fueron puestas en funcionamiento durante la guerra, pero
fueron construidas por los Aliados, después deja guerra, a efectos probatorios».
El instituto de Munich sabe hacer bien las cosas. Excepto para Juan Pueblo, que
engullirá ingenuamente cualquier cosa que le repita suficientemente la Radio, la Prensa ola
Television al servicio de las Fuerzas Politicas establecidas, resulta evidente que la historia
de las camaras de gas es insostenible. En cuanto a los crematorios, todos los testimonios de
primera mano han coincidido en afirmar que se utilizaban para incinerar los cadáveres de los
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fallecidos a causa de las epidemias, la inanición y los bombardeos. Entonces, los
resistencialistas de Munich sitúan las «cámaras de gas» en Auschwitz, en la actual Polonia
bolchevizada, donde las autoridades comunistas locales no permiten la realización de
ninguna encuesta historica seria, y el historiador se ve obligado a creer en el testimonio de
las honorables autoridades comunistas bajo palabra de honor. En el epigrafe «Organización
del Boicot contra Alemania» hemos visto que la politica oficial del III Reich favorecía el
llamado «Plan Madagascar», el cual, por razones técnicas y, sobre todo, por el desarrollo de
los acontecimientos bélicos, no pudo llevarse a cabo. En tales circunstancias, la primera
providencia que se tomó fué internar gran parte de los judíos en campos de concentracion,
razonándose tal medida en el hecho de que siendo los judíos un enemigo interno que,
1 Sir Bertrand Russell: «The Scourge of the Swastika».
2 Conviene aqui citar el caso narrado por Paul Rassinier (en «La Mentira de Ulises») del bombardeo de
Buchenwald por la aviación Aliada (Los americanos solían bombardear de noche y arrojaban sus bombas
en cualquier aglomeración urbana). Cuando los aliados ocuparon Buchenwald, abrieron las fosas donde
yacían enterradas sus propias victimas y fotografiaron la lúgubre escena, para utilizarla como prueba de
la brutalidad nazi (N. del A).
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