Page 51 - Mitos de los 6 millones
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pruebas documentales de la supuesta política genocida nazi. Es con todo suficientemente
                        franco para admitir que la orden de Hitler de que se aniquilara a los judíos nunca fué escrita
                        en un papel. Y asegura que «probablemente fué dada, en forma verbal, a Goering, Himmler
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                        y Heydrich, que la transmitieron ...»
                              Manvell y Frankl decididamente imbatibles, nos suministran una «prueba». ¡Al fin
                        una prueba!. Hela aquí:
                                       «El 31 de Julio de 1941 Goering envió un memorandum a Heydrich, redactado en los
                                 siguientes términos:
                                       «Como suplemento a la tarea que le fué asignada a Usted el 24 de Enero de 1939, de
                                 resolver el problema judío mediante la evacuación y la emigración, de la mejor manera posible
                                 y en concordancia Con las presentes condiciones ... deberá Usted encargarse de encontrar una
                                 solución total (Gesamtlösung) de la cuestión judía dentro del area de influencia alemana en
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                                 Europa.»
                              En dicho memorandum Goering habla de los medios materales, organizativos y
                        financieros requeridos para llevar a cabo esa tarea. Finalmente se refiere a «la deseada
                        solución final» (Endlösung), refiriendose de forma taxativa al esquema ideal dela
                        emigración y evacuación de los judíos, expresamente mencionado al principio del
                        memorandum. No se menciona para nada la intención o la necesidad de asesinar a nadie,
                        pero Manveil y Frankl, historiadores increíbles – pero aparentemente muy creídos por los
                        tribunales desnazificadores – afirman que eso es, realmente, lo que el memorandum
                        significaba, porque, tras enviarle el memorandum en cuestión, Goering cogió el teléfono y
                        le dijo a Heydrich lo que significaba,en realidad, la «Solución Final»: significaba asesinato
                        colectivo de los judíos.
                              Evidentemente, con tales recursos dialécticos nos vemos capacitado para demostrár
                        el «yo no existo» y la cuadratura del círculo.
                              Cuando, más adelante, nos ocupemos específicamente del tema de las cámaras de
                        gas y de los hornos crematorios, volveremos a hacer hincapié en ese impar argumento del
                        lenguaje cifrado, en el que los alemanes, según sus «jueces «, resultaron ser geniales
                        maestros.
                              Hemos dicho que el Fraude de los Seis Millones, gestado por el «Congreso
                        Mundial Judío», nació en el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg. Yasí la
                        acusación constituida a la vez en juez y parte, dió rango oficial a la absurda cifra. Desde un
                        principio, los Procesos de Nuremberg, que duraron desde 1945 hata finales de 1949, se
                        apoyaron, tomando como axiomas, en hechos que precisamentre se trataba de demostrar. Se
                        basaron, así mismo, en un legislación «ex post facto», según la cual podían ser condenadas
                        personas por la comisión de hechos que, cuando fueron – o se supone que fueron –
                        cometidos no constituían delito.
                              Cualquiera que estuviera dispuesto a creer que el genocidio de los judios europeos
                        quedó demostrado en los juicios de Nuremberg, debiera tener en cosideración la naturaleza de
                        dichos juicios, en los que se olvidaron todas las normas legales en vigencia en los países
                        civilizados. Se llegó a la enormidad de decretar que «el Tribunal no admitiría limitaciones
                        técnicas en la presentación de pruebas». En la práctica esto significó la admision, como
                        pruebas, de testimonios de tercera y cuarta mano; de declaraciones ante el Tribunal
                        empezando por la frase: «me han dicho que...» y, sobre todo, de «affidavits»,o
                        declaraciones juradas por escrito El Tribunal admitió más de 300.000 de esos «affidavits».
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                        Los abogados defensores   no podian obligar a los autores de los «affidavits» a que se

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                        2   Manvell & Frankl: «Heinrich Himmler», pág, 118.
                        3   En la mayoría de casos, los acusados no tenían siquiera el derecho a elgir a sus propios abogados
                        defensores, de manera que, en determinadas ocasiones, defensores nombrados por el Tribunal parecían
                        más bien fiscales que defensores, tal como le sucedió a Julius Streicher.

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