Page 54 - Mitos de los 6 millones
P. 54
a multitud de jerarcas nazis. Que el documento le fué dictado a Wisliceny está demostrado
por el hecho de que, a pesar de conocer muy poco de lengua inglesa, el redactado era
impecable. En todo caso, Wisliceny intentó retractarse posteriomente, pero el Tribunal le
cortó la pa–labra.
También se arrancaron confesiones de genocidio contra los judíos a personalidades
1
como el General de las SS Sepp Dietrich y al Coronel Joachim Peiper. Aunque luego se
2
retractaron, los tribunales de Nuremberg se negaron a registrar tales retractaciones.
El Juez Norteamericano Edward L. Van Roden, que intervino en el proceso a los
guardianes del Campo de Dachau, declaró que las sentencias se dictaron basándose en
testimonios falsos. Investigó también las actividades de la Oficina del Fiscal en aquél
proceso, describiendo sí los métodos por ellos empleados: «... introdujeron cerillas bajo las
uñas de los presos y les prendieron fuego; les arrancaron los dientes; les rompieron las
mandíbulas; los aislaron en confinamientos solitarios y les dieron una alimentación
pobrísima; de. los 139 casos que investigué, 137 guardianes alemanes sufrieron puntapiés
en los téstículos. Estos eran los medios habituales para obtener confesiones, empleados por
la Oficina del Fiscal. Al menos el 90% de tales «investigadores» procedían de Alemania y
3
habían obtenido la nacionalidad americana muy recientemente». He aquí los nombres de
esos «investigadores americanos».
Teniente Coronel Burton F. Ellis, Presidente del Comité de Crímenes de Guerra, y
sus ayudantes: Raphael Shumacker, Morris Ellowitz, William R. Perl, Harry Thon, John
Kirchbaum y Robert E. Byme. Sólo este tiltimo era americano de nacimiento. Todos los
demás, judíos europeos, incluyendo al Consejero legal del Tribunal, el Coronel A.H.
Rosenfeld.
Otra persona que declaró, bajo torturas, que había ordenado la ejecución por
fusilamiento de 90.000 judíos en Rusia y Ucrania fué el General de las SS Otto Ohlendorff,
comandante de la unidad «Einsatzgruppe D», especializada enla lucha contra los
guerrilleros. Ohlendorff servía bajo las órdenes directas del Mariscal de Campo Manstein,
del Undécimo Ejército. Ohlendorff no compareció ante el Tribunal hasta 1948, es decir,
bastante tiempo después de la celebración de los principales procesos de Nuremberg, cuando
su declaración jurada, firmada bajo tortura, había servido para condenar a numerosos
soldados y funcionarios alemanes. Ante el Juez, Ohlendorff denunció los malos tratos de
que había sido objeto y retiró, por consiguiente, su declaracion El Tribunal no admitió su
retractación y fué condenado a muerte. En realidad, lo curioso, e históricamente admitido
hoy día, es que las tropas alemanas, en Ucrania y los Países Bálticos, debieron intervenir
numerosas veces para evitar «pogroms». Otras veces no loconsiguieron, pues lo que
acontecía en casi todas las ciudades conquistadas por la Wehrmacht era los escasos judíos
que no habían logrado huir a tiempo, acompañando al Ejército Rojo en su retirada, eran
asesinados por la población civil que, por el sólo hecho de abundar tanto los judíos en la
G.P.U. y en el aparato estatal comunista, asimilaban judaísmo y comunismo.
La acción de los «Einsatzgruppen» afetados al Ejército de Von Manstein ha sido
profusamente exagerada, El FiscaI General Soviético en Nuremberg Rudenko, afirmó que
ésa unidad antiguerrillera había dado muerte a un millón de judíos. Pero el historiador
1 Peiper, primero condenado a muerte, luego indultado por los propios americanos por falta de
pruebas, y fmalmente condenado por un Tribunal de Alemania Federal, por ejecución de rehenes (a
pesar de que los propios americanos le habían hallado inocente de tal acusación) se fué a vivir a Francia
de incógnito. Un periodista local, comunista, descubrió su paradero y lo publicó en un periódico. Al cabo
de unas semanas la casa de Peiper era dinamitada y él perecía con su familia. No se ha encontrado a los
culpables. (N. del A.)
2 «Sunday Pictorial», 9–1–1949 El senador norteamericano Joseph McCarthy escribió en ese semanario
que los procesos de Nuremberg, si algo demostraban, era la inocencia de la mayoría de los acusados y la
mala conciencia de los acusadores.
3 Déclaración del Juez Van Roden, aparecida en el Washington Daily News, el 9-1-1949.
— 54 —