Page 59 - Mitos de los 6 millones
P. 59
destilación del carbón –, asi, pues, la cantidad de litros parece lógica. En total, para
incinerar a seis millones de judíos se necesitarían trescientos millones de litros. Trescientas
mil toneladas. La producción completa teórica de combustible sintético obtenido por
Alemania, a plena producción, durante dos meses. Bastante más si se tienen én cuenta los
efectos de los bombardeos Aliados contra los centros de producción de combustible
1
sintético alemán y de los pozos petrolíferos de Ploesti, en Rumania. Según Albert Speer,
Ministro de Armamentos del Reich, la falta de combustible, de energía, fue causa decisiva
de la derrota militar alemana, hasta el punto de que en Diciembre de 1944 – justamente
cuando, según la tesis oficial del «Holocausto», se hallaba én pleno apogeo el exterminio
de los judíos – para disponer del combustible necesario para la ofensiva de las Ardenas se
tuvo que ahorrar durante meses y aún se contaba con que las fuerzas alemanas se
aprovisionarían del combustible capturado al enemigo.
Si tenemos en cuenta que un carro de combate consume aproximadamente diez
litros por kilómetro, podremos calcular que la energía consumida para quemar a los judíos
hubiese bastado para hacer marchar durante siete mil quinientos kilómetros a las veinte
divisiones blindadas de la Wehrmacht que empezaron la ofensiva en Rusia. En efecto,
veinte divisiones blindadas totalizan cuatro mil carros de combate. A diez litros por
kilómetro, representan 40.000 litros. Y avanzando sobre 7.500 kilómetros, nos da la cifra
apabullante de los 300.000.000 de litros que se utilizaron, según la tesis oficial, en quemar
a los judíos.
Moraleja: la batalla de las Ardenas no terminó reexpidiendo a ingleses y americanos
a la Rubia Albión porque el combustible que necesitaban angustiosamente los tanques
alemanes se estaba empleando en Auschwitz para quemar a unos individuos que hubieran
podido ser eliminados sin el menor gasto de energía, aparte de la energía necesaria para
asestar los ya aludidos martillazos en el cráneo.
Pero ya que estamos metidos en cálculos, tomemos el problema desde otro ángulo.
Aceptemos, a efectos puramente polémicos, que los nazis asesinaron a seis millones de
judíos, y añadamosles los quinientos mil supervivientes, según fuentes igualmente judías.
Esto da un total de seis millones y medio de personas, de las que no creemos constituya
una exageración supotner que un quince por ciento podían ser utilizadas en las minas de
carbón o en la destilación del mismo para obtener carburante sintético. Esto nos da,
aproximadamente, un millón de trabajadores. En las diversas fases de la producción de
.carburante sintético – desde la extracción del carbón en las minas hasta la destilación del
mismo en las plantas industriales – los alemanes empleaban, en 1943, una mano de obra
2
evaluada en dos millones de personas. Apelamos al sentido común del lector: Si desde
Winston Churchill, en sus «Memorias»,hasta Eisenhower en su «Cruzada en Europa»,
pasando por el ya aludido Ministro alemán de Armamentos, Albert Speer, existe
unanimidad total en que el punto más débil de Alemania era la escasez de combustible,
¿puede concebirse que no sólo despilfarraran los nazis nada menos que trescientos millones
de litros, sino que precisamente materializaran tal despilfarro en la incineración de una
potencial mano de obra que iba a permitirles incrementar su producción de combustible en
un cincuenta por ciento? Con un cincuenta por ciento de combustible los tanques de
Rommel no se hubieran detenido, con sus motores vacíos, ante un enemigo a la
desbandada, a la vista del Canal de Suez. Con un cincuenta por ciento más de combustible
la «Operacióin ciudadela», al Nordeste de Moscú, hubiera sido una batalla de aniquilamiento
y no una operación de desgaste saldada con una retirada, Con un cincuenta por ciento más
de combustible los tanques alemanes, en vez de permanecer parados en la nieve, hubieran
penetrado por el frente, hecho trizas, en las Ardenas y vuelto a ocupar Paris que ya
americanos y gaullistas abandonaban precipitadamente. Con un cincuenta por ciento más de
1 Albert Speer: «Memorias».
2 [Falta]
— 59 —