Page 63 - Mitos de los 6 millones
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Se había logrado demostrar que en los veintitrés principales campos de concentración
                        alemanes no hubo tales cámaras de gas, a pesar de haberlas «filmado» numerosas películas
                        propagandísticas angloamericanas. Pero al llegar a Auschwitz... «con la Iglesia comunista
                        hemos topado». Allí se acababan las actividadesde los comités de investigación, que
                        tropezaban con la «palabra de honor» de las autoridades comunistas polacas, atestiguando
                        que allí hubieron cámaras de gas, dándose el asunto por terminado.
                              Pues bien, para demostrar que en Auschwitz tampoco exitieron las llamadas
                        «cámaras de sas» quiso trasladarse a Frankfurt Paul Rassinier,ex-alcalde de Belfort,
                        miembro del Partido Socialista S.F.I.O. (Sección Francesa de la Internacional Obrera),
                        miembro del «maquis» que luchó contra los alemanes, inválido de guerra al 90 por ciento e
                        internado en diversos campos de concentración alemanes. Los abogados defensores de los
                        guardianes acusados solicitaron su presencia como testigo dedescargo. ¡Pero las autoridades
                        Oeste-Alemanas le denegaron el visado de entrada! Huelga decir que dicho visado no se negó
                        a numerosos «supervivientes» que, procedentes de Israel, los Estados Unidos y el Este de
                        Europa, se presentaron en Frankfurt para declarar como testigos de cargo. Tiempo habrá de
                        ocuparie con el necesario detenimiento de la general actitud oficial del Gobierno y de los
                        funcionarios de la liamada República Federal Alemana.


                        El campo de Dachau

                              Cuando las tropas aliadas occidentales penetra on en Alemania, la campaña
                        propagandística desatada por las grandes agencias internacionales de noticias acerca de las
                        atrocidades alemanas y, concretamente, de los campos de «exterminio», se hallaba en todo
                        su apogeo. Es un hecho que cuandó los americanos ocuparon el campo de Dachau,
                        inmediatamente fotografiaron «cámaras de gas», «crematorios» y montones de cadáveres. Es
                        evidente que un montón de cadáveres es lo que más se parece a otro montón de cadáveres.
                        Perogrullada. Es cierto. Pero también es cierto que lo que caracteriza a esta época nuestra de
                        intoxicación mental y de lavado de cerebro colectivo es, precisamente, el olvido de
                        Perogrullo. Pues tales montones de cadávéres que aparecían monótonamente en la prensa,
                        tanto podían ser de Dachau como de cualquier otro lugar. Y así, por ejemplo, luego resultó
                        que uno de aquellos macabros montones, que se decían haber sido fotografiados en Dachau,
                        por los fotógrafos de las libres democracias, habían sido fotografiados en Dresde, por los
                        fotógrafos de la «Gross Deutchsland» tras el bombardeo inglés de aquella ciudad-hospital.
                              Es un hecho también, que nunca hubieron «cámaras de gas» en toda Alemania. En
                        realidad, no las hubo en ningún lugar de Europa, pero, hasta ahora, sólo se ha admitido
                        oficialmente su inexistencia en Alemania. Basta con recordar la conocida declaración del
                        Instituto de Historia Contemporanea de Munich (en el que trabajan numerosos judíos) que,
                        textualmente, afirmaba: «Nunca hubieron cámaras de gas en ningún campo de
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                        concentracion situado en el territorio del antiguo Reich».  No obstante, los americanos
                        afirmaron que tales «camaras de gas» existian. Luego. súbitamente. se hizo el silencio, al
                        comprobarse que las pretendidas «camaras de gas» no eran más que unos «baños-ducha»
                        para despiojar (lamentamos la palabra, pero no hay otra, y. además, es la traducción literal
                        del alemán y del inglés) a los internados, especialmente a los prisioneros procedentes del
                        Este.
                              Pero si se dejó de hablar de «cámaras de gas» en Dachau, sí que se organizó un
                        clamoreo inmenso a proposito del crematorio gigante instalado en aquel campo. Durante
                        mucho tiempo, todo el mundo estuvo convencido de que en tal horno se incineraban los
                        cadáveres de los gaseados judios. aunque luego, al demostrarse la inexistencia de las
                        «camaras de gas», se aseguró que las victimaseran directamente incineradas, es decir,

                        1   Instituto de Historia Contemporanea: Declaración del 19-VIII-1960.

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