Page 68 - Mitos de los 6 millones
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Si Dachau fue el museo de horrores exhibido por los americanos, el campo de
                        concenctración de Bergen-Belsen fue la versión inglesa del mismo tema. Cuando las tropas
                        de Montgomery capturaron el campo de Bergen-Belsen en el norte de Alemania, encontraron
                        numerosos cadáveres esparcidos por doquier. Esos cadáveres insepultos fueron profusamente
                        fotografiados y exhibidos en la prensa de todo el mundo. De hecho, tales escenas, que
                        también se verían en los campos de Buchenwald y de Dachau tenían menos que ver con una
                        política de «exterminación» deliberada que las mismas escenas acaecidas en Drede, en
                        febrero de 1945, tras el raid aéreo anglo-americano, cuando muchísimos más cadáveres que
                        en Belsen fueron encontrados esparcidos por el suelo, insepultos. Los muertos de Belsen
                        fueron la consecuencia de una total pérdida del control de la situación, y no de una política
                        deliberada que, evidentemente, hubiera sido llevada a cabo con más sentido del orden... y de
                        la higiene. Escenas equivalentes podrían facilmente haber existido en cualquier país
                        invadido simultaneamente, desde los cuatro puntos cardinales, por ejércitos enemigos, y
                        siempre bajo el peso de tremendos bombardeos aéreos que hubieran causado toda clase de
                        desordenes culminando en un verdadero caos.
                              La causa principal de los decesos en Belsen fue una epidemia de tifus. Todos los
                        comentaristas están de acuerdo en que el tifus era una amenaza constante en todos los
                        campos de concentración alemanes, y que los portadores del virus eran, en la inmensa
                        mayoría de los casos, los prisioneros de guerra procedentes del frente del Este. Por tal razón
                                                                                         1
                        se desarrolló en toda Alemania un estado de auténtica histeria colectiva de miedo al tifus.
                        Las autoridades sanitarias alemanas debieron tomar medidas enérgicas para intentar
                        contrarrestar las epidemias. El tifus era esparcido por el piojo común y, logicamente, las
                        contramedidas consistían en eliminar los piojos que venían en tren con los prisioneros
                        rusos. De manera que toda la literatura concentracionaria, real, semi-real, o inventada,
                        independientemente del campo de que se tratara, coincide, al menos, en el procedimiento
                        empleado por los guardianes de los campos de concentración alemanes a la llegada de un
                        convoy de presos militares o internados políticos: desnudarse, cortarse el pelo, ducharse en
                        los edificios apropiados – llamados «cámaras de gas» por los amateurs dellenguaje
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                        criptográfico – y vestirse con trajes nuevos, o los viejos tras cuidadosa desinfección.
                              En octubre de 1944 se produjo una avería en los baños-ducha de Bergen-Belsen,
                        razón por la cual varios trenes de prisioneros de guerra soviéticos – en su mayoría
                        turkestanos, kirghizes y siberianos – ingresaron su humano cargamento sin previo
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                        despiojamiento.   Esto fue fatal para las condiciones sanitarias del campo. Además, a partir
                        de noviembre de 1944 Belsen fue considerado un Krankenlarger, es decir, un campo para
                        enfermos, de manera que, dentro de lo posible, todos los enfermos de los diversos campos
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                        de concentración eran enviados allí.
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                              El escritor inglés, y antinazi, Derrick Sington, cuenta   que las tropas inglesas que
                        se hicieron cargo del campo de Belsen se vieron desbordadas por la situación y más de la
                        cuarta parte de los internados que se hallaban enfermos a su llegada perecieron n menos de
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                        un mes. El libro «The Golden Horizon», de Cyril Connolly  contiene un notable relato
                        del bien conocido periodista y escritor inglés Alan Moorehead, acerca de lo que ocurrió en
                        Belsen después del cese de hostilidades, en mayo de 1945.
                                      «El campo de concentración de Belsen es tristemente célebre a causa del
                                 hecho de que una epidemia de tifus se declaró allí en el curso de los últimos


                        1   Gerald R. Reitlinger: «The Final Solution».
                        2   Elle A. Cohen: «Human Behaviour in the Concentration Camps».
                        3   Christopher Burney: «The Dungeon Democracy».
                        4   David Maxwell Fyfe: «The Belsen Trial».
                        5   Derrick Sington: «Belsen Uncovered».
                        6   Weidenfeld and Nicholson, Londres.

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