Page 65 - Mitos de los 6 millones
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corregido mas tarde. Stephen F. Pinter, abogado del Departamento de la Guerra de los
Estados Unidos, que sirvió en Alemania. con las fuerzas de ocupación, por un periodo de
seis años, manifestó, en el semanario católico «Our Sunday Visitor», lo siguiente:
«Estuve en Dachau diecisiete meses, después de la guerra, como Fiscal del
Departamento de Guerra, y puedo atestiguar que en Dachau no hubieron ni cámaras de Gas ni
crematorios. Lo que se mostraba al publico como cámaras de gas no era mas que un minusculo
crematorio para incinerar a personas que mo rían de enfermedades infecciosas, y
precisamente para evitar la propagacion de infecciones, muy especialmente el tifus. Se nos dijo
que había una cámara de Gas en Auschwitz. pero Como estaba en la Zona de Ocupación Rusa
no pudi. mo comprobarlo por no habérnoslo permitido las autoridades rusas. Por lo que pude
investigar, en mi calidad de Fiscal del Ejército de los Estados Unidos, durante mis seis años de
postguerra en Alemania y Austria, hubo un elevado número de judíos que murieron, pero la
cifra de un millón, ciertamente, no se alcanzó. Yo interrogué personalmente a miles de judíos,
ex– internados en campos de concentración alemanes y me considero tan bien informado como
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el que más en este sujeto».
Recalquemos que el señor Pinter ostentaba el cargo de Fiscal en el War
Departament, es decir, en el Ministerio de la Guerra de los Estados Unidos.:
Dachau era uno de los más antiguos campos de concentración alemanes, y
albergaba mayoriatariamente a presos políticos austríacos, presos comunes y, al final de la
guerra, también soldados prisioneros, procedentes del frente del Este, en su mayoría.
Naturalmente, también habían presos judíos, no englobados en las categorías que acabamos
de enumerar. Los presos eran utilizados como trabajadores en fábricas cercanas, aunque
también se dedicaban al cultivo de una plantación de hierbas medicinales instalada junto al
campo y a secar pantanos y zonas cenagosas de las cercanías. El avance de las tropas rusas
en el frente del Este forzó a las autoridades alemanas a evacuar cada vez más hacia el Oeste a
su impresionante masa de prisioneros de guerra. Más del ochenta por ciento de esa masa
estaba compuesta de rusos. Los bombardeos de la aviación aijada habían conseguido crear
en Alemania, sobre todo a partir de mediados de 1944, una situación caótica. Como es
lógico en una situación bélica, el suministro de abastecimientos, así como de armas y
municiones para los soldados que luchaban en el frente gozó de absoluta prioridad. Lüego,
venían, por este orden, los suministros de víveres a la población civil y a los presos,
militares y políticos. La guerra de bloqueo practicada por Inglaterra, y secundada desde su
entrada en la guerra a finales de 1941 por los Estados Unidos, contribuyó notoriamente al
fomento del hambre en Alemania, sobre todo a ‘partir del Otoño de 1944. Las
consecuencias las pagaron, como era de esperar, la población civil y, aún más que ésta, los
internados en los campos de concentración.
A principios, de Marzo de 1945, Kaltenbrunner dió la orden de permitir la presencia
en cada campo de concentración, de un delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Estos delegados tenían por misión supervisar la entrega de alimentos a los presos. Una
parte de esos alimentos procedía de países neutrales.
El 29 de Abril, la mayor parte de los guardianes y empleados administrativos
alemanes a cuyo cuidado estaba encomendado el campo, se retiraron hacia el Este; en vista
de la inminente llegada de las tropas americanas. Sólo quedaron algunos guardianes al
mando del teniente SS Wickert y el delegado de la Cruz Roja. Según los escritores judios
Franz Lenz y Nerin E. Gun, que se hallaban presentes en Dachau en el momento de la
llegada de los americanos, lo primero que éstos hicieron fué ametrallar a los alemanes que
iban a entregarles el campo. Ni los indefensos perros guardianes escaparon a esa suerte. El
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motivo de esos ametrallamientos fué, según afirman los citados autores judíos, la
indignación provocada en el jefe del destacamento americano por el hallazgo de un tren de
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2 «Our Sunday Visitor», 14-VI-1959.
3 Nerin E. Gun: «The Day of the Americans» y Johann M. Lenz: «Christ in Dachau», aun cuando la
probable autora de ésta última obra fuera la Baronesa Waldstein.
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