Page 64 - Mitos de los 6 millones
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quemadas en vivo. Aparte de que no debe ser tarea fácil colocar a unos individuos en unos
                        hornos, recomendandoles que se estén quietos mientras se ponen en marcha las parrillas que
                        deberán reexpedirlos «ad patres» convenientemente tranformados en cenizas, el
                        procedimiento de ejecucion sigue pareciéndonos barroco, costoso en tiempo y en energia y
                        rebuscado. Nos recuerda demasiado aquellas películas americanas de la serie Fantomas en
                        que el bueno y la chica, atados de pies y manos ante los malos. armados hasta los dientes,
                        eran encerrados en una cámara hermetica. Al cabo de unos angustiosos instantes. empezaba
                        a manar el ugua de un grifo colocarlo en el techo; primer plano del bueno, sosteniendo a la
                        desmayada chica con sus manos. por encima de su cabeza. mientras el liquido elemento
                        llega, inexorablemente, a su barbilla. Entonces, la Policia logra abrir las compuertas,
                        salvando la vida de los protagonistas, los cuales todavía llegan a tiempo de capturar a
                        Fantomas en el momento en que va a poner pie en la frontera mejicana con el maletín
                        conteniendo el millón de dólares. El lavado de cerebro colectivo, llevado a cabo por la
                        ‘mass media», ha logrado que la infantil y fantomática historia del crematorio de Dachau
                        sea aceptada por ignaras masas de crédulos lectores, auditores y televidentes, los cuales no
                        parecen haberse interrogado sobre el por qué del «modus operandi», tan inutilmente
                        complicado de los verdugos nazis. Teniendo en sus manos a una inerme masa de
                        prisioneros, a los que se asegura que deseaban exterminar ¿por que no hacerlo a garrotazos,
                        o, máxime, a tiros, en unos dias, en vez de complicarse la existencia con crematorios, por
                        no hablar de las super.fantomaticas ‘cámaras de gas»?
                              Se argüirá que esta pregunta no constituye, ni directa ni indirectamente, una prueba;
                        que no pasa de ser un indicio. Que los nazis podían estar poseídos de locura diabolica, como
                        Fantomas. Pues bien:

                                        «El arquitecto Karl Johann Fischer, de Munich. internado por los americanos, despues
                                 del final de la guerra, en Dachau, se presento voluntario para proceder a la limpieza del
                                 crematorio, del que se contaban horrores. Lo que pude ver y constatar sobrepasó mis
                                 previsiones. Aquellos hornos, recientemente construidos, no estaban, siquiera, secos; la
                                 albañileria todavía no había cuajado del todo. Ademas, todas las partes metálicas estaban
                                 nuevas y no habían conocido jamás el contacto con el fuego. Allí no se hubiera podido asar un
                                 perrito, ni siquiera un volátil, pues aquellos cuatro hornos no reunían las condi ciones necesarias
                                 para ello. Aquellas construcciones de diletantes, que querían hacer pasar como hornos
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                                 creamtorios, no poseían ni siquiera una chimenea...»
                              Del anterior testimonio se deduce que los «libertadores» americanos, nosólo
                        mantuvieron en funcionamiento el campo de Dachau, limitándose a la substitución de los
                        anteriores internados por militares y civiles alemanes, sino que además se apresuraron a
                        construir unos ridículos hornos crematorios atribuyendo su construcción y su uso a los
                        nazis. Según el testigo Gerhardt Rossberger, antinazi, y responsable alemán del campo de
                        Dachau, desde Mayo hasta Septiembre de 1945, es decir, durante los cinco primeros meses
                        de la post-guerra «en el campo de concentración de Dachau habia, antes de 1945, un
                        pequeño crematorio, destinado a la incineración de las personas que morían victimas del
                        tifus, pero nunca hubo ninguna cámara de gas. Los agentes americanos Howard y Strauss
                        intentaron transformar el vestíbulo del crematorio en una «cámara de gas», pero cuando el
                        mayor Duncan, americano y comandante del campo, se enteró del proyecto, rehusó su
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                        autorización»
                              El detalle de la chímenea olvidada, según el mencionado testimonio del arquitecto
                        Fischer, quiso ser corregido más tarde, a principios de la década de los cincuenta, en que los
                        americanos construyeron dicha chimenea, según otro testigo, alemán pero antinazi, Horst
                        Kreuz, de Munich. No obstante, tampoco esta vez se hicieron las cosas bien, pues los
                        constructores se olvidaron de ensuciar hornos y chimeneas con hollín, detalle que fué


                        1   «Deutsche Wochen Zeitung», 6-V -1977.
                        2   Id., 7- V– 1977.

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