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170         Antoni  Gonzalo  Carbó        |        El Azufre  Rojo  VIII  (2020), 153-199.        |        ISSN: 2341-1368





                           corazón, mas ¡qué bien apaga la sed! Desde hace dos años, ni un solo
                           refractario ha podido atravesar la puerta sin quemar sus ojos con las
                           pruebas de esta candela. La mujer explica, el emparedado escucha.
                           Las palabras que van cayendo de su terrestre silueta de ángel rojo son
                           palabras esenciales, palabras que auxilian inmediatamente.» 40





               EXPERIENCIAS VISIONARIAS Y AURORAS ARREBOLADAS

               Una leyenda muy popular en los países musulmanes cuenta que Abū l-Qāsim al-Ǧunayd, el
               místico de Bagdad muerto en 295/910, emocionado e intrigado por el fervor de uno de sus
               discípulos, abrió su túnica y vio que la sangre brotaba de su corazón, sobre el manto. El dis-
               cípulo, avergonzado de verse descubierto, comenzó a llorar «tanto y tanto que sus lágrimas
               se mezclaban con su sangre derramada» .
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               En el Islam, las lágrimas de sangre expresan a menudo la desesperación –como en el Šāh-
               nāma de Abū l-Qāsim Firdawsī (m. 410 o 416/1019 o 1025), en que Adán, expulsado del
               paraíso terrenal, las vierte abundantemente– y también un amor muy humano. En Laylī u
               Maǧnūn (1188), el célebre romance de Ilyās b. Yūsuf Niẓāmī Ganǧāwī (m. ca. 605/1209),
               Maǧnūn las derrama por el amor de su amada. Pero son ante todo las expresiones más ardi-
               entes de la pasión que puede experimentar el hombre por Dios. Se las encuentra a menudo
               en la obra del gran poeta místico persa Ǧalāl al-Dīn Rūmī (m. 672/1273): «Escucha esos
               gritos, mira esa sangre que mana de los ojos […]. / Mira esas heridas que ensangrientan los
               rostros.»  «El deseo de ver ese jardín le ha hecho verter lágrimas de sangre.»  «Las lágrimas
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               se han vuelto sanguinolentas y los corazones están quebrados.»  Pero muchos otros poetas
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               místicos hacen uso de ellas, como el poeta turco Fuzūlī (Mehmet Sulaymān Fuḍūlī, ca. 1483-
               1556) en Leylā ile Mecnun: «Sus lágrimas de sangre hacen las veces de vestimenta.»45 A su vez,


               40 R. Char, Hojas de Hipnos, 16, 178: en Poesía esencial. Furor y misterio; Los matinales; Aromas cazadores,
               ed. bilingüe, trad., pról. y nn. de J. Riechmann, Barcelona: Galaxia Gutenberg; Círculo de Lectores,
               2005, pp. 153, 227.
               41 Études carmélitaines, 1950, p. 90. Cf. texto árabe en Donum Natalicium Nyberg, Uppsala, 1954, pp.
               102-7; Lettres nouvelles, 20.V.59. Cit. L. Massignon, «Traduction de quatre textes arabes donnés au
               Bulletin Foucauld (Jesus Caritas)», «La blessure au côté» (cahier 106 [1957], pp. 48-9), en Opera minora,
               comp., pres. y bibl. de Y. Moubarac, 3 t., Beirut: Dar al-Maaref, 1963, t. III, p. 837.
               42 D 7.
               43 D 24.
               44 D 145.
               45 Fuḍūlī, Leylā ile Mecnun, hacia 860. Cit. I. Mélikof , «La f eur de la souf rance: recherche sur le sens
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