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que estén fuera de contaminantes, disponer de especies que no son nativas de la región y
                  poseer una gran cantidad de hierbas. Muchas plantas medicinales son cultivos aliados de
                  las hortalizas por lo que pueden ayudar a proteger las plagas y enfermedades, así, por
                  ejemplo, es bueno plantar la manzanilla con los zapallos; la menta con las legumbres y
                  el romero entre las coles  (Kossmann et al., 1992). Y demás está decir, que un jardín
                  medicinal embellece en aromas y flores la huerta o el jardín.

                         Preparación de las plantas medicinales:

                         El modo de utilización de las plantas para fines curativos es de gran importancia
                  en la medicina natural. La forma de empleo de una planta depende en primer lugar de la
                  enfermedad o molestia a ser tratada y de la parte de la planta que va a ser empleada
                  (Sandoya,  1994).  Al  hacer  un  preparado  medicinal  el  objetivo  es  extraer  más
                  íntegramente los componentes de la planta para poder brindarlo al organismo. Por lo
                  tanto hay que ser cuidadosos para tratar de alterar lo menos posible la composición de la
                  misma durante la realización y conservación del preparado.

                         Las  cantidades  registradas  en  los  libros  o  los  recetarios  a  utilizar  (gramos,
                  cucharadas,  puñados,  tazas,  etc.),  generalmente  están  referidas  a  la  hierba  seca,  sin
                  embargo  muchas  veces  se  dispone  de  hierba  fresca,  en  este  caso,  la  cantidad  a  ser
                  utilizada para un preparado debe ser el doble. Esto se debe a que “la hierba fresca,
                  como  todos  los  seres  vivos,  contiene  una  gran  cantidad  de  agua,  que  al  secarla  es
                  eliminada” (Kossmann et al., 1992)


                         Los  preparados  deben  ser  realizados  de  manera  cautelosa.  Todas  las
                  preparaciones convienen ser realizadas en recipientes de vidrio, acero inoxidable, loza o
                  enlozados;  no  se  recomienda  utilizar  aluminio,  ya  que  este  material  puede  producir
                  reacciones con los preparados (Kossmann et al., 1992). Para conservarlos, lo mejor es
                  utilizar frascos de vidrio color caramelo que los protejan de la luz o un frasco común
                  forrado de papel.

                         Para facilitar la comprensión, se dividirá a los preparados en dos grandes grupos
                  que, a su vez, se encuentran subdivididos dependiendo del medio o el solvente que se
                  utilice (Tomados y  adaptados de Sandoya, 1994;  Kossmann  et al., 1992 y  Fonnegra,
                  2007):

                      Preparados de uso interno.
                          Preparados con agua:
                              Jugos:  Se obtienen de las plantas frescas, donde los principios activos se
                             disuelven directamente con el agua que forma parte de la planta. Puede ser
                             obtenido por ralladura, por trituración manual, por medio de una licuadora o
                             por  extracción. Es  una  forma muy  eficaz  de  utilizar  las  plantas,  pues  los
                             componentes de la hierba resultan prácticamente sin ninguna alteración. Los
                             jugos  siempre  deben  ser  tomados  frescos,  ya  que  al  estar  expuestos  al
                             ambiente sus compuestos orgánicos se oxidan con facilidad y esto hace que
                             se descompongan muy rápidamente.




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