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Taninos: Son compuestos fenólicos, que colorean de marrón rojizo los órganos
que los contienen (Muñoz, 2002) y los dotan de un sabor desagradable (JBCLM, 2011).
Se piensa que también son productos de excreción. Algunas especies los acumulan en
gran cantidad: más del 20% del extracto seco de la madera del quebracho, árbol
originario de América del Sur, está constituido por taninos, que se utilizan en la
industria del cuero (Muñoz, 2002), ya que los taninos tienen la propiedad de evitar la
putrefacción en las pieles animales. Asimismo, se utilizan como reactivo químico, y en
medicina como astringente, antiinflamatorio y hemostático (JBCLM, 2011). Existen,
además, otros colorantes vegetales que poseen virtudes medicinales; tal es el caso de los
flavonoides, pigmentos amarillos muy próximos químicamente a los taninos, que se
utilizan contra la fragilidad de los capilares sanguíneos y venosos (Muñoz, 2002).
Vitaminas, minerales y antibióticos: Las plantas medicinales suministran
catalizadores bioquímicos indispensables que el cuerpo humano no puede sintetizar
(Muñoz, 2002): las vitaminas, las encontramos en frutas y hortalizas frescas. Así, por
ejemplo la ortiga es rica en vitamina A, la achicoria en vitaminas B, C y K y el diente de
león en vitaminas A, B y C (Sandoya, 1994). También diversos minerales son
encontrados en las plantas: calcio, potasio, sodio, hierro, cobalto, cobre, flúor, etc.
Otros vegetales actúan directamente como antibióticos (Sandoya, 1994; Muñoz,
2002), como el limón y el ajo, los cuales son poderosos bactericidas, mientras la
cebolla, actúa de manera indirecta aumentando la formación de jugos intestinales,
reforzando de este modo la capacidad inmunológica del intestino y su resistencia a los
bacilos y los parásitos que se encuentran en su interior.
Todos los principios activos anteriormente mencionados, corresponden a los
metabolítos secundarios de la planta, productos del metabolismo vegetal celular que no
intervienen en los procesos bioquímicos de supervivencia de la planta, pero cumplen en
ella funciones de defensa, regulación y señalización química.
Identificación de la Planta Medicinal
Antes de utilizar una planta, hay que estar bien seguros de que se trata de la
planta que nos interesa, ya que todas las plantas medicinales poseen un nombre común,
con el cual la gente de una región lo reconoce, sin embargo, la misma planta, puede
llamarse de manera distinta en otros lugares, por lo cual es importante buscar el nombre
científico (Kossmann & Vicente, 1992), el cual es designado por los botánicos y
reconocido en todo el mundo.
Una vez reconocida la planta de interés, se debe tener presente cuál es la parte de
las misma que se usa. Cada planta medicinal concentra sus propiedades en una parte
(órgano) de la misma (Kossmann et al., 1992), pueden ser en los tallos, las hojas, las
flores, los frutos, las raíces o en una combinación de algunas de ellas. Esta aglutinación
de los principios activos en un órgano determinado dependerá de la especie, el hábitat
en que se desarrollan, su distribución geográfica, suelo, clima y biotipo (Sandoya,
1994).
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