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Tener una muestra de hierbas que colabore con la identificación es de gran
utilidad. Por lo tanto, para tener una referencia práctica, de modo que no se presenten
confusiones entre una especie y otra, se puede realizar un pequeño herbario, hogareño y
sencillo para utilizarlo en casa. De esta manera ante la duda en la identificación se acude
a él, que representa una forma muy útil de conservar las plantas para su reconocimiento.
“Un herbario es un archivo de las plantas secas y perfectamente identificadas que nos
permite comparar a los ejemplares que estamos estudiando” (Kossmann et al., 1992).
Recolección
Cada especie tiene su tiempo apropiado para la cosecha. Las plantas medicinales
deben ser recogidas “donde crecen espontáneamente y en abundancia, pues cuando
estas se desarrollan en terrenos adecuados adquieren gran vitalidad y poder
medicinal” (Sandoya, 1994). Las plantas pueden utilizarse frescas, aprovechando su
mayor eficacia.
En primer lugar, identificar exactamente la planta de interés es de gran
relevancia. En caso de duda debe abstenerse de cosechar una especie, que aunque
presente semejanzas con una planta medicinal, puede ser tóxica y tal error puede causar
graves consecuencias (Sandoya, 1994).
Los ejemplares recolectados además, no deben estar ni muy húmedos (porque
facilitarían el desarrollo de hongos), ni magullados por el sol (ya que se perderían
principios activos volátiles) (Kossmann et al., 1992). Por lo tanto, el momento adecuado
del día debe ser luego que se ha evaporado en rocío, pero no con el sol muy intenso y
cuando existe buen tiempo atmosférico, por las mismas razones.
Es esencial considerar también que todas las plantas tienen ciclos en su
metabolismo que hacen que durante una época del año su concentración en principios
activo sea mayor, (Muñoz, 2002) de esta forma, se tomaran de referencia las
recomendaciones de Muñoz (2002) con respecto a cada uno de los órganos y los
mejores momentos para su recolección:
Los órganos subterráneos: raíces, rizomas, tubérculos y bulbos de las plantas, se
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recolectan en su reposo vegetativo , cuando es mayor su contenido en
principios activos. Las raíces deben ser lavadas y cortadas en rodajas cuando son
gruesas para facilitar su desecación.
Las cortezas del tronco y las ramas se recogen en primavera, hasta principios de
verano o en otoño; debido a que con ambiente húmedo se facilita el
descortezado.
Los tallos herbáceos y las hojas se cortan generalmente al iniciar la floración,
dándose más de un corte en algunas especies, como la belladona, melisa, menta,
romero, etc., no cosechándose en el primer corte más que, someramente, la parte
superior.
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Aquí se refiere al descanso de las plantas durante los periodos fríos, comenzando en otoño.
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