Page 177 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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9.200.000 tons.). El llamado mercado mundial que tanto conmueve los ánimos significa
en general menos de los que se cree. En el año de 1929 el comercio mundial importó
284.000 millones de marcos; en el año de 1936, 105.000 millones y en el año de 1937,
130.000 millones de marcos. Frente a estos números la cifra correspondiente a
Alemania habría importado en el año de 1937 la cantidad de 210.000 millones de
marcos. El contingente de exportación de Alemania ha ascendido en el año de 1938 al
8,7% del capital nacional, en los Estados Unidos al 5.4%, en Inglaterra al 10% y en
Francia al 11,4%. Estos datos muestran claramente que las distintas economías
nacionales se esfuerzan en liberarse de las influencias del mercado mundial.
El trastorno más fuerte en el mercado mundial ha sido provocado por las deudas
políticas. En esta clase de deudas hay que incluir también las reparaciones de guerra que
llevaron a Alemania al borde de la ruina. Una deuda política no se convertirá en
comercial por el mero hecho de que del lado de los acreedores aparezca el capital
privado en vez del Estado. Este carácter que tienen los empréstitos Dawes y Young ha
sido combatido constantemente por el nacionalsocialismo. El ministro declaró que el
prestigio de la Alemania nacionalsocialista no tolera el estado actual de los empréstitos
públicos alemanes en el extranjero. Hay que proceder primero a un reajuste para reducir
el tipo de interés injustificado del 7% y 5,5% a un nivel normal. El sistema de las
deudas políticas es rechazado en principio por Alemania como anti-económico. Las
deudas políticas pueden llegar a ser muy penosas como lo demuestra la historia; no
sirven para lograr fin económico alguno sino sólo para conquistar una posición de
dominio político.
Un ejemplo, que puede servir de lección, nos lo da el empréstito político concedido en
años anteriores a Austria. En una sesión celebrada en Roma por las potencias fiadoras
(Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Suecia, Dinamarca, Checoslovaquia y Suiza;
Italia se retiró) se llegó a la conclusión de que Alemania era la sucesora legal de los tres
empréstitos hechos por la Confederación austríaca. Al mismo tiempo el gobierno del
Reich fue invitado a reconocer esta sucesión. (Los empréstitos son: el de Conversión
llamada antes Empréstito de la Sociedad de las Naciones [deuda a fines de 1936: 567,4
millones de chelines austríacos]; empréstito internacional de 1930: 323,6 millones de
chelines; empréstito de Lausana de 1933: 245 millones de chelines.) Tales obligaciones,
como manifestó el ministro, no existen más. Inglaterra después de la guerra de los boers
tampoco ha reconocido las deudas de la República como deudas del Estado inglés y lo
mismo han hecho los Estados Unidos después de la guerra civil en cuanto a los
empréstitos de los Estados del Sur y Francia después de la ocupación de Madagascar.
Por tanto, según esta práctica del derecho internacional, no se puede exigir la aceptación
por parte de Alemania de las deudas de la Confederación austríaca.
De aquí que sea necesario aclarar la cuestión de si el actual país de Austria como parte
integrante del Reich alemán debe ser considerado como sucesor legal del Estado
austríaco de Saint-Germain. El Estado de Austria no ha pasado al Reich sino que ha
sido eliminado como tal. El Estado impuesto por el tratado de Saint-Germain ha podido
subsistir, menospreciando la voluntad nacional, gracias sólo a la ayuda extranjera, tanto
económica como política. Alemania niega con toda la energía que los empréstitos
concedidos a la Confederación hayan contribuido a la reorganización económica
austríaca; por el contrario, no fueron concedidos más que para impedir el Anschluss de
Austria al Reich. El resultado económico de esta ayuda financiera del extranjero es tan
desolador que los países que han aportado sus capitales no se pueden vanagloriar de
ello. La afirmación de que Alemania debe responder del pago de los empréstitos de la
Confederación austríaca por haberse hecho cargo del activo de su economía no es
admisible, ya que Austria no puede mostrar valor económico alguno que se haya
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