Page 159 - Egipto TOMO 2
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PARTIDA PARA EL EGIPTO SUPERIOR
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«El azar, dice, favorecióme repetidas veces durante mi estancia en el Cairo. Durante las
» primeras horas de la mañana, habíame paseado á lo largo de las calles más tranquilas á fin
»de estudiar el aspecto exterior de las casas; pero en cuanto penetré en la principal de ellas,
revueltas conduce desde el Muski á la ciudadela, —
» que por medio de numerosas vueltas y
» cuéntase que Napoleón la atravesó en un faetón arrastrado por seis vigorosos caballos
» blancos; pero en nuestro concepto semejante narración pertenece á la clase de los que se
>, llaman hechos legendarios, — encontróme en pleno carnaval, que no otra co&a paiece aquel
» revoltijo inmenso de hombres y de animales del cual se escapa un íumoi semejante al del
arrastrado por una corriente impetuosa y compacta poi encima de la cual
»mar agitado, y
» sobresalen acá v acullá los camellos, cuyos cuellos, ondulantes como el del a\e&truz, balan—
»ceándose de adelante para atrás, parecen nadar sobre aquel mar de cabezas remolcados poi
» sus cabezotas largas v achatadas. "Y así como hiende la apiñada muchedumbre, el acompa—
».sado balanceo de esos barcos del desierto, en medio del rumor producido poi los mil
»distintos ruidos, procedentes de aquel mosaico humano, percíbense distintamente los sones
» producidos por la voz del camello, mezcla confusa de gemido, de grito v de lamento, que
» parece formar una gamma cuya nota más aguda se confunde con el asordadoi lebuzno del
» pollino. En los boulevares de París y sobre el puente de Londres, habia visto una sombra;
»en Alejandría un preludio de esta confusión babilónica: el carnaval de Roma ó el de \enecia
»con esto comparados, son una broma, un juego de muchachos. Aquí arriesga nada ménos
»que la vida el que se mete en este verdadero pandemónium, y más si es recien llegado:
»aquí seria menester tener ojos en la frente y en la espalda y en los costados y en todas
» partes, y la fuerza de un camello de carga, para salir con bien de ciertos eventos inesperados
Ȏ imprevistos. En la arteria principal del Cairo, no es posible contemplar, en las regiones
formas arquitectónicas: aquí es menester tener
»superiores, otra cosa que mashrebijehs y
» puestos los cinco sentidos y más que se tuvieran en lo que pasa y se mueve en la calle,
»so pena de que un faquín, que marcha á paso de carga, os haga rodar si os derriba y aún
» pisotee un camello que cargado de leña, morrillos ó madera de construcción, avanza por
» donde mejor le parece; ó que, y esto áun cuando os halléis caballero en un jumento, otros
»jinetes montados en idénticas cabalgaduras, desembocando á deshora por la primer boca-
calle, ó galopando á vuestro lado, os disloquen la rótula, ó se entreguen tranquilamente,
» sobre vuestro esqueleto, á otros experimentos osteológicos de la propia naturaleza, que
» traspasan con mucho, los límites de lo agradable.»
Cuando se forma parte de esta oleada inmensa, es imposible darse cuenta de las demás
partes de la misma. El sitio de Ebeling en la ventana es más cómodo y más seguro, y sobre
todo, el mas apropiado para que á fuerza de observar repetidísimas veces y con grandísima
atención á todas las horas del dia, sea posible descomponer pieza por pieza este mosaico
viviente; reconocer la significación de cada uno de los fragmentos que lo constituyen,
v apreciar debidamente la manera cómo se forma el animado remolino; cómo crece; cómo
llega á su más alto grado de movimiento y animación; cómo se calma y disipa completa—