Page 165 - Egipto TOMO 2
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PARTIDA PARA EL EGIPTO SUPERIOR
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                mecheros de gas ó linternas en que arden el aceite y  el petróleo, y los perros saliendo del
                                                      desperdicios de toda naturaleza
                oscuro rincón en que viven, precipítanse sobre los restos y
                de que está sembrado el polvoroso pavimento. Excepción hecha de la época del Ramadan,
                reina en las calles la calma más completa áun antes de media noche  : hasta las tiendas se han
                cerrado, y los porteros, después de haber dispuesto su lecho de palmas junto á las puertas
                de las casas en que sirven de guardianes, han puesto término á su charla sempiterna,
                interrumpiendo sólo de tarde en tarde el solemne silencio que reina en la ciudad de los
                califas, la voz de los muezines apostados en lo alto de los alminares.
                                                  Llegada  la mañana  del nuevo  dia
                                                volvimos al Muski, y  si bien poco fre-
                                                cuentado aún, veíase ya instalado en su
                                                chiribitil  . situado en uno de los ángulos
                                                de la calle, cierto viejo zapatero, junto al
                                                cual tuvimos ocasión de presenciar dife-
                                                rentes escenas populares. También tuvi-
                                                mos ocasión de ver á otro que se em-
                                                pleaba en alimentar  los  gatos.  Sabido
                                                teníamos que en tiempo de los faraones
                                                 tributábanse los honores de la divinidad
                                                 á los enemigos de las ratas; pero ignorá-
                                                 bamos que  el Egipto continuara siendo
                                                 el paraíso de la raza gatuna, y tanto es
                                                 así, que no hace mucho tiempo consig-
                                                 nóse una suma de consideración á seme-
                                                 jante fin, y un noble aleman, que en la
                                                 Edad media hizo un viaje á Oriente, nos
                                                 refiere que un soldado soportó los ardo-
                                                 res  del  sol de medio dia, sin aprove-
                              cambista judío     charse de la sombra que podía disfi utai
                 á muy corta distancia, con tal de no interrumpir el sueño que dormía un gatito echado en
                 su regazo.
                   La porción del Muski, que se extiende más allá del Khalig, que, como tenemos dicho,
                 atraviesa la ciudad, se llama la calle Nueva.  Seguírnosla en toda su extensión hasta  el
                 punto en que se abre sobre la izquierda la calle ó bazar de los latoneros, Sok-en-Nahhasin,
                 en la cual se encuentran el moristan de Kalaun y la mezquita de Barkuk. Recorrimos dicha
                 calle en todas direcciones, por lo mismo que no era poco lo que en ella debíamos adquiin,
                 v después nos proporcionamos otros objetos en los vecinos bazares, que los egipcios llaman
                 soh, va que bazar no es palabra árabe sino persa. Aquí cumple consignar que no tuvimos
                 que sufrir las apreturas de los compradores: pues no nos hallábamos en lúnes, miércoles
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