Page 30 - Egipto TOMO 2
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REJUVENECIMIENTO DE EGIPTO
táculos más singulares que el que ofrecen dos muchachos chupando á la vez el dulcísimo jugo
de un mismo tallo. La verdad es que no existe en nuestras confiterías golosina alguna que
en tamaño, pueda sostener la competencia con ese gigantesco caramelo. Induda-
en dulzor y
el comerciante de azúcar mas importante
blemente es el jetife el plantador, el fabricante y
del mundo, y de aquí que nada haya omitido para regar sus plantaciones de la manera
conveniente; mas tampoco ha olvidado el establecimiento de esclusas y canalizos de riego en
otros puntos, abundantes ó por lo menos apropiados para la obtención de otros frutos». En
prueba de ello diremos, que sólo mediante su perseverancia ha sido posible llevar á cabo la
el mar Rojo. Además de lo que
via comercial y la red de canalizos que existe entre el Nilo y
dejamos expuesto, ha convertido en tierra de labor una vasta extensión del desierto, el
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Ouadv-Toumilat de nuestros dias, que antiguamente formaba parte del Goshen bíblico, } así
como en otro tiempo, antes de la apertura del itsmo, que separaba, más bien que unia el Asia
evitó no pocas penalidades á los obreros de M. de Lesseps, al presente sine
al Africa,
todavía para apagar la sed de los habitantes de Suez, que anteriormente sólo podian di&ponei
de agua, escasa y de pésima calidad, la cual después de pagarla á subido precio debían ii á
El canal que azotan las olas de dos distintos mares; que cruzan los
buscar á gran distanaia.
mediante el cual desde el Mediterráneo pasan al mar Rojo y
vapores de todos los pueblos, y
al Océano índico, y de los puertos del Asia Meridional á los de Europa, hállase tambicn
completamente terminado. Dicho canal habíase ya abierto y si no abierto, habíanse practicado
ya grandes trabajos para su realización, en tiempo de Seti I, es decir, en la época de mayor
posteriormente en tiempo del faraón Neko, cuyos marinos
esplendor de la historia de Egipto, y
doblaron el cabo de Buena-Esperanza. Neko, que pertenecia á aquella célebre dinastía vigé-
sima sexta tan amiga de los griegos, mandó, según se dice, á sus obreros que no siguieran en
su trabajo, fundándose para ello en la predicción de los sacerdotes, que le vaticinaron que la
obra en todo caso únicamente aprovecharía á los extranjeros. Estos nuestros tiempos pará-
lense extraordinariamente á aquel en que vivía dicho faraón: egipcios continúan siendo los
griegos
habitantes de Egipto; pero así como en el siglo vii antes de Jesucristo, eran fenicios y
los extranjeros que de semejante obra podian aprovecharse, hoy han sustituido á aquéllos los
ingleses y los franceses. Bajo los Persas, bajo los Ptolomeos, bajo los Romanos el antiguo
canal. fué practicable á intervalos: hasta en tiempo de los primeros califas, según parece, pudo
irse en buque desde el Nilo al mar Rojo; por lo ménos se pretende que el general Amr volvió
á abrir la antigua via fluvial, para enviar trigo de Egipto á Arabia con la mayor rapidez que se
podía esperar, no faltando quien sostiene que el Khalig, es decir, el canal que atraviesa la
ciudad del Cairo, del cual dejamos hecha mención oportuna, formaba parte antiguamente de
esa via de comercio universal; mas sea de esto lo que se quiera, estaba reservado á nuestro
siglo la realización de tan colosal empresa.
Merced á los medios gigantescos de que dispone, hále sido dable enlazar, no sólo el Nilo
con el mar Rojo, sino el Mediterráneo, y resolver además el problema que presentaba esta
empresa de manera que no debiese ofrecer el menor recelo la consideración relativa á si