Page 31 - Egipto TOMO 2
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REJUVENECIMIENTO DE EGIPTO 25
resultarla inútil, merced á la incuria de los hombres y á la fuerza de los elementos.— Un
francés dotado de espíritu emprendedor, de incomparable fuerza de voluntad, y de maneras las
más apropiadas para insinuarse y ganarse las simpatías, M. de Lesseps, en fin, después de
haber leído, para distraer el tedio de una forzosa cuarentena, una Memoria de M. Le Pere,
concibió el proyecto de consagrarse á una obra tan importante para el comercio del mundo,
como habia de serlo la apertura del itsmo de Suez. No hay para qué decir, pues es sabido,
que semejante plan fué llevado á debida ejecución: tampoco debemos mencionar los medios
que se emplearon para realizarlo: mas lo que pocos saben son las inmensas dificultades con
que M. de Lesseps se vio obligado á luchar; la liberalidad con que Said-Bajá y la inteligencia
y decisión con que el jetife Ismail secundaron los esfuerzos de ese hombre extraordinario , á
fin de que pudiera llevar su pensamiento á cum-
plida ejecución. En 1868, cuando á pesar de la
oposición del primer ministro de Inglaterra, y de
la desconfianza de los hombres de negocios de
Europa, estuvieron el canal de agua dulce y el
canal marítimo en estado de que pudieran surcar
sus aguas vapores de mediano calado, el virev
Ismail dispuso unas fiestas de inauguración que
en riqueza, esplendor y hospitalidad dejaron atrás
cuanto en tales conceptos habia visto la historia
en el transcurso de los siglos. Mil veces se han
descrito esos dias en que abundaron las ceremo-
nias y discursos oficiales, los bailes, las ilumina-
ciones, los fuegos de artificio, las representaciones
teatrales, las revistas militares, los banquetes en
M. DE LESSEPS
los cuales, cual en los cuentos de hadas, servíanse
incesantemente variados y sustanciosos manjares, los paseos sobre las aguas del Nilo, sufra-
gando todos los gastos el más espléndido y liberal de los huéspedes. Alguna parte se me
alcanzó de las fiestas de esos dias inolvidables, debiendo confesar ingénuamente que de
cuanto he visto en las regiones del mundo oriental, nada me ha representado mejor que ello
las fantásticas narraciones de las Mil y una Noches. Juzgando superficialmente podría
decirse que esa série de festejos en que tantos y tantos millones se consumieron, revelan
sólo una prodigalidad ilimitada, ó una vanidad y petulancia de que no hay ejemplo en la
historia: mas si se fija la atención en el fondo del asunto, podrá comprenderse que el huésped
que de tal manera invertía sus cuantiosas riquezas, no lo hacia, como suele decirse, arroján-
dolas al fondo del mar, va que, con los soberanos y los personajes más eminentes de todos los
pueblos, invitó á los representantes de la prensa de todos los países, y por consiguiente,
durante el tiempo en que tuvieron efecto las fiestas de la inauguración, los periódicos todos
del mundo consagraron sus páginas á tan importante asunto, y la atención general hallóse
EGIPTO. TOMO II.