Page 36 - Egipto TOMO 2
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REJUVENECIMIENTO DE EGIPTO        31
              hasta las tórtolas, y en un  sitio especial una rica colección de peces de rarísimos colores,
              langostas de riquísimo sabor, y mariscos y corales que recogen en abundancia en las aguas
              del mar Rojo. Las faenas más rudas y los oficios más serviles, así en las casas v en las calles
              como en el puerto, desempéñanlos musulmanes indígenas. En el mercado de camellos que
              se celebra junto á la puerta de la ciudad, se pueden contemplar muchos beduinos libres, entre
              los cuales se distinguen no pocos ejemplares de la mayor parte de las desparramadas tribus
              que pueblan la meseta del Sinaí. La estación del camino de hierro hállase enlazada con el
              desembarcadero, junto al cual fondean los buques de gran porte, por medio de una tramvía.
              A ambos lados de aquella vense montones inmensos de mercancías expuestas
              al aire libre, ó protegidas por un insignificante cobertizo, siendo de advertir
              que la mayoría inmensa de los viajeros que en ella se apean, son musulmanes
              devotos que se dirigen en peregrinación á la
              Meca, los cuales, ordinariamente, desde Suez
              á Djedda hacen el viaje por mar.
                Por lo que á nosotros toca nos abandona-
              mos á una lancha que guiaban un batelero
              árabe y su  hijo.  El viento  infló  la mal-
              trecha vela negra, y después de una corta
              travesía, sentamos la planta en el suelo de la
              península sinaítica. Bastaron breves minutos
              de marcha para que nos encontráramos junto
              á un oasis poblado de  lentiscos, palmeras,
              tamariscos y acacias que crecían al borde de
              cenagosos manantiales, y en el cual algunas
              familias de beduinos cultivan reducidas por-
              ciones de terreno, plantando en ellas horta-
             lizas y legumbres. Esta mancha de verdura
             copiosamente regada en medio del desierto,
             llámase Oyoun Mousa, las Fuentes de Moisés,
             y de tiempo inmemorial pasa por ser el sitio
             donde se rehicieron los hebreos, después de
             haber perecido tragados por las aguas del mar Rojo, los carros, caballos y caballeros que les-
             perseguían, y haber escapado ellos mismos á la cólera del faraón. En tal caso este es el lugar
             en que los hijos de Israel entonaron aquel sublime é inspirado canto en acción de gracias,
             que muchos siglos después de aquél en que tuvo lugar la redención, cantaban todavía los
             hijos del pueblo escogido, y cuyas bellezas nos es dado saborear todavía leyendo el capítulo-
             décimoquinto del segundo de los libros de Moisés.
               No hace mucho tiempo aún que se creía sin la menor duda que el mar de los Juncos de la
             Biblia y el mar Rojo eran una sola y misma cosa, y que el golfo de Suez constituía el lugar
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