Page 39 - Egipto TOMO 2
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REJUVENECIMIENTO DE EGIPTO
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                alemanes la preferencia sobre el Shepherd's Hotel, que realmente vale menos, nos acogieron
                como verdaderos paisanos. En cuanto pusimos el pié en la calle vímonos acometidos por los
                                                       ,
                                                      borriqueros, gente maleante si
                                                      la hay, que veces mil ha sido
                                                      descrita por los viajeros, vícti-
                                                      mas de sus exigencias; pero en
                                                      nuestro  concepto,  nunca con
                                                      tanta verdad como la que resalta
                                                      en el chispeante dibujo de Hu-
                                                      ber que acompaña estas líneas.
                                                      Esa raza de pihuelos, genuina
                                                      de la capital egipcia, ofrece dos
                                                      rasgos característicos; unos pul-
                                                      mones de bronce, que les per-
                                                      miten seguir horas y horas, sin
                               FONDA DE SHEPIIARD
                                                      fatigarse, al jinete más ligero, y
                una aptitud, verdaderamente maravillosa, para distinguir unas de otras las diferentes razas.
                No hay ejemplo de que confundan al inglés con el aleman, ni con el italiano al francés, y la
                prueba la tenemos en que según sea la nacionalidad del viajero, así emplean estas ó aquellas,
                de las contadas palabras que conocen de cada uno de esos idiomas. Imposible mantener la
                gravedad cuando para ponderar las cualidades de su jumento, dirigiéndose á un aleman, se
                les oye decir: «¡es un asno magnífico, hermoso, ligero, un asno Bismarck!» Sentémonos á
                horcajadas en la silla, sin emplear para nada los estribos, y en verdad que no tuvimos por qué
                arrepentimos de nuestra  elección,
                porque el rucio era no ménos ligero
                que constante, y desde luego com-
                prendimos que  la bestezuela nos
                llevaría con gran ligereza
                                 y hasta
                sensatez á lo largo de las sombrías
                callejas, harto estrechas para que  -
                por ellas puedan circular carruajes,
                y en las que los encontráramos de-
                jaría á la espalda más de uno y más
                de dos. El rapazuelo Hassan, Alí ó
                Ahmed marchaba detrás de nosotros
                ó nos precedia, según que juzgaba
                                                  EL DELINCUENTE CASTIGADO
                conveniente escitar la caballería con
                sonoros gritos
                         , varapalos ó aguijonazos, ó avisar á los concurrentes que llenaban las calles
                populosas, para que abrieran paso. Lo que es en Egipto, no hay razón para llamar asno al
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