Page 373 - Egipto TOMO 2
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                 educación en las costumbres de las personas de buena sociedad, toda vez que nos ofrecen á
                 hombres y mujeres tomando parte en unas mismas distracciones: obsequíase á las señoras
                 con ramos de olorosas flores al par que con manjares y bebidas que circulan profusamente
                 entre los convidados, en tanto que regocijan el oido los acentos de la música vocal é instru-
                 mental, y halagan la vista las muelles y elegantes actitudes de diestras bailarinas. Sobre los
                 aparadores se ven vasos de formas nuevas, que en su mayor parte parecen originarios del
                 Asia, y varias pinturas, en las cuales se hallan reproducidos muy al vivo,  los perniciosos
                 efectos del uso inmoderado del vino, demuestran hasta la evidencia que la templanza que
                 caracterizaba los tiempos antiguos  , brillaba por su ausencia en  la época de esplendor y
                 grandeza política que  al presente estamos  describiendo.  Encontramos  caballos y carros
                 propiedad de simples particulares, y las inscripciones nos revelan que una gran parte de la
                 nobleza tebana servia en el ejército y acompañaba á los Faraones en las expediciones que
                 hacían al Asia. Los empleados superiores se enriquecian mediante la parte que les cabia en
                 el botin y con la imposición de gabelas. En las tumbas se encuentran numerosas represen-
                 taciones, perfectamente caracterizadas, de  los pueblos extranjeros con quienes mantenían
                 relaciones. Las familias distinguidas sostenían en sus casas cantores asalariados, que tenían
                 la obligación de tañer el arpa en  las ceremonias fúnebres, y de celebrar por medio de
                 composiciones poéticas las glorias del difunto en esta vida y en la otra. Nada más suntuoso
                 que los convoyes fúnebres que transportaban el féretro á la necrópolis, situada al otro lado
                 del Nilo, por medio de soberbias lanchas. Las lloronas se situaban en el puente del buque
                 en el cual se hallaba colocado el ataúd, que era acompañado al sarcófago á través de la ciudad
                 de los muertos y hasta la misma siringe, por los sacerdotes, los parientes, los dependientes
                 y los criados, en tanto que los vasallos dispuestos en largas hileras, conducían toda suerte de
                 producciones del suelo, que debian deponer delante del señor, en la mesa de las ofrendas. El
                 arte de los embalsamadores había hecho grandes progresos, gracias á las esencias y resinas
                 que en prodigiosa abundancia se llevaban á Egipto desde los pueblos nuevamente anexio-
                 nados; introdujéronse en los entierros nuevas fórmulas y  ceremonias nuevas cuya descripción
                 nos ha conservado el texto del Ritual  , y la doctrina de la inmortalidad se desarrolló hasta en
                 sus detalles más insignificantes, con una fuerza increíble de imaginación. El mundo inferior,
                 del cual no se ocupaba gran cosa el imperio antiguo, poblóse de dioses y de demonios:  las
                 pinturas y las inscripciones que cubren los sepulcros, del mismo modo que los papirus de los
                 muertos y las paredes de las cámaras funerarias propiamente dichas , no ofrecen cosa alguna
                 que no se relacione con  la vida futura.  Dichas cámaras se abrían en  el extremo de un
                 corredor que penetraba hasta el corazón de la montaña, y que se procuraba cerrar tomando
                 todas las precauciones imaginables para que no pudiera un intruso descubrir  el lugar de
                 ingreso: en cambio  los aposentos en que se reunían  los sobrevivientes jamás contenían
                 alusión alguna á la vida mortal del difunto.  La casa eterna del simple particular egipcio
                 contenia, no obstante, ciertos hechos de su vida celeste y terrestre, bien que en lugares
                 determinados y separados unos de otros. Las tumbas de los reyes del nuevo imperio estaban
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