Page 368 - Egipto TOMO 2
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                  La esposa de Aahmes, Nefert-ari, fué honrada con culto divino durante mucho tiempo
                después de su muerte, como compañera  del hombre que habia librado  el territorio del
                enemigo invasor, y como madre de la más ilustre dinastía de soberanos que en tiempo alguno
                empuñara el cetro en el valle del Nilo. Durante el reinado del hijo que tuvo de Aahmes,
                Amenofis, Amon alcanzó el rango en que le vemos más tarde entre los dioses de Egipto.
                Confundiósele ó por mejor decir se le equiparó á Ra de Heliópolis, dándosele el nombre de
                Amon-Ra; espiritualizósele más y más, bajo la influencia de ideas provenientes del Asia,
                aportadas por vez primera por los Hyksos  , hasta tal punto que en los siglos siguientes fué
                completamente identificado con  la inteligencia divina que todo  lo ordena. Los poetas  le
                                               celebran en sus himnos como el único, el
                                               que es solo y sin par:  si se dice de él que
                                               es entre los dioses un rey cuyos nombres
                                               son innumerables  , quiere con esto signi-
                                               ficarse que la esencia y la energía de los
                                               demás poderes celestes deben someterse á
                                                        á su energía. Los demás
                                               su esencia y
                                               grandes  dioses  del  Egipto,  tales como
                                               Tum, Harmakhis y  consortes,  sólo son
                                               considerados como cualidades de su majes-
                                               tad que  lo abarca todo en  sí.  Él es  la
                                               fuerza oculta,  creatriz, vivificadora, que
                                               en el principio residia en  el agua primi-
                                               tiva, de donde sacó cuanto existe. Su pa-
                                               labra dió al mundo las formas múltiples
                                               que ofrece á nuestras miradas: al paso y
                                               compás que las nombraba, cada una de
                                               sus partes iba separándose de las demás.
                           SANTUARIO DE KARNAK
                                               Osíris viviente, anima cuanto ha creado, y
                todo lo que él ha creado sólo por medio de él puede llegar á un grado elevado de armonía.
                 No sólo es bello y benéfico, sino que es además enemigo y destructor del mal y el hombre
                 adora regocijado en  él, el poder misterioso que con su robusto brazo sostiene á los buenos y
                 confunde á los malvados. Aquí cumple consignar que los egipcios comprendían en el nombre
                 de malvados á los pueblos enemigos procedentes de los países extranjeros. Mut,  la Isi&
                 madre, y el joven Chunsu, honrado igualmente como divinidad lunar, acompáñanle también,
                                                                     Chunsu
                 del propio modo que Isis y Horo acompañan á Osíris, de manera que Amon, Mut y
                 forman la triada tebana, que ocupa el lugar preferente entre todos los dioses á quienes se
                 prestaba culto en Karnak.
                   Mucho tiempo hace que el antiguo santuario de Amon en Karnak no es más que un
                 monton de ruinas. En este punto como en otros fué construido con anterioridad á las demás
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