Page 377 - Egipto TOMO 2
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es el que ofrecen á los que llegan á ellas procedentes del Nílo ; después al que las contempla
desparramadas bajo sus plantas, al recorrer el camino que cortado á pico, conduce, á lo largo
de la montaña, al valle de las tumbas reales. Xo obstante las injurias debidas al tiempo y á
el camino en plano
la mano del hombre, pueden reconocerse aún las cuatro azoteas y
inclinado, tal vez provisto de peldaños, que dividía el edificio en dos partes semejantes. La
procesión que recorria la via mencionada, iba subiendo de una á otra plataforma, en cada
una de las cuales, lo mismo á la derecha que á la izquierda, encontraba espaciosos pórticos.
En la cuarta azotea, el sacerdote pasaba debajo de un arco de granito que conducía á los
aposentos más silenciosos: después, por medio de una segunda bóveda de pórfido, colocada
exactamente detrás de la primera, en el extremo de la cual se abría la antigua caverna de que
dejamos hecha mención, y que constituía el verdadero santuario del memnonium. Las
paredes estaban cubiertas de adornos que pueden considerarse como una obra maestra de
escultura: el más notable de ellos es la vaca de Hathor, junto á la cual se ve representada
BUQUE DE LA REINA HATASU CARGADO DE PRODUCTOS DE PONTO. (SEGUN UNA PINTURA DE DER EL-BACHRl)
Hatasu bebiendo la leche de vida. Las salas situadas en las plataformas laterales, ofrecen un
interés particular á los que se gozan en seguir el desarrollo de la arquitectura egipcia al
través de sus diferentes fases, puesto que pueden ver en ellas las columnas poligonales que se
encuentran en las gruías de Beni-Hassan, las cuales, después de haber atravesado el tiempo
de los Hvksos, y pasado de la decoración de las siringes á la de los edificios aislados, fueron
empleadas en las partes más anteriores del templo de Karnak, y al tocar á su término la
décimaoctava dinastía, desaparecieron completamente, para ceder su puesto á otras formas
artísticas. Los pilares que soportan los techos deben mencionarse también, puesto que
rematan con la máscara de Hathor, cuyo adorno no se vuelve á encontrar hasta la época de
los Tolomeos. Invitamos á todos aquellos á quienes interese la historia de la civilización
egipcia, á que examinen detenidamente las numerosas pinturas con que hizo decorar Hatasu
las paredes del fondo de los pórticos, principalmente las que se encontraban en la tercera
azotea, las cuales han publicado Mariette y Dumichen; pues merced á ellas sabemos que