Page 395 - Egipto TOMO 2
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lugar en que fueron emplazados, los dos gigantescos colosos que la precedían, y que fueron
un dia considerados como otra de las maravillas del mundo. De ellos el existente en
la parte del Norte, es ya conocido de muchos de nuestros lectores, bajo el nombre dé
estatua vocal de Memnon. ¡Qué magnífico aspecto debía ofrecer el edificio ante cuya puerta,
sentados en sus tronos cúbicos, manteníanse á guisa de guardas esos dos enormes gigantes,
cuyos asientos flanqueaban las imágenes de la madre y de la esposa de Amenofis III ! Cada
uno de ellos mide quince metros cincuenta y nueve centímetros de altura, y ésta era mayor
áun cuando ceñían la pesada corona de los faraones que un dia se les cavó de la cabeza.
La anchura de dichos colosos es de seis metros diez y siete centímetros en la región de las
espaldas: los piés miden tres metros veinte centímetros, y se ha calculado que su peso no
baja de un millón trescientos cinco mil novecientos noventa y dos kilogramos. La estatua
del Norte, el coloso vocal de Memnon, goza mayor celebridad, de manera que los viajeros
romanos
y griegos de la época imperial consideraban la visita no ménos indispensable que la
excursión al Esfinge y á las Pirámides. A consecuencia de un terremoto acaecido el año 27
ántes de Jesucristo, derrumbóse su parte superior. Desde entonces hasta los tiempos de
Septimio Severo, se cuenta que todas las mañanas, un poco ántes de la salida del sol,
desprendíase de ella un sonido cuya naturaleza nos es completamente desconocida, puesto
que viajeros graves como Estrabon, que no vacila en admitir el hecho como una superchería,
lo califican de ruido imperceptible, en tanto que otros convienen en que es armonioso, no
faltando espíritus sensibles que sin vacilar le conceden los honores de canto. Los griegos,
extraviados por la palabra memnon, pretendían que lá piedra parlante era una imágen de
Memnon, el héroe homérico, el hijo de Titán y de la Aurora, el aliado de los tróvanos, que
después de haber dado muerte á Antíloco, hijo de Néstor, cayó bajo el brazo vengador de
Aquiles. En cuanto la Aurora se muestra á Tébas con sus dedos sonrosados, con el llanto
de sus ojos, que es el rocío de la mañana, baña la estatua de su hijo, y Memnon muestra á
su madre su gratitud, dejando escapar un canto suave. Esto es, ni más ni ménos, lo que
contaban los helenos. El trono, las piernas y el zócalo del coloso, que bañan las aguas del
Nilo durante el período de la inundación, están cubiertos de inscripciones griegas en verso y
en prosa, que consignan los nombres de los visitantes, los de las personas en las cuales se
pensara durante la visita, y si el coloso había hablado y en qué términos. La más antigua de
dichas inscripciones es del año once del reinado de Nerón; la más larga de ellas es debida a
una poetisa palaciega, Balbilla, que acompañó á Tébas á César Adriano y á su esposa
Sabina; la más regocijada se debe á un procurador imperial, llamado Asclepiodoto. Héla ahí,
traducida al castellano:
Sábete, ob Tétis, nacida de la mar, que Memnon respira todavía,
Y que vuelto á sus miembros el calor por la maternal antorcha,
Deja oir su voz sonora y apacible al pié de las líbicas montañas egipciacas,
Allí donde el Nilo en su carrera, divide en dos á Tébas la de las hermosas puertas.
En tanto que tu Aquiles, insaciable en otro tiempo de combates,
Yace ahora enmudecido en los campos de Troya y de Tesalia.