Page 412 - Egipto TOMO 2
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de menores proporciones. Merced á los resplandores de la antorcha que sostiene nuestro
guia, podemos distinguir abiertos en la roca, enlucidos con estuco y pintados con vivos
colores, cuadros numerosos y extensos jeroglíficos, que dan cuenta de los mismos sucesos
referidos y consignados en los muros del Rameseum. Aquí como allá vemos al león del
rey precipitándose con éste sobre las filas de los chetas. En el santuario existente en lo
más hondo de la excavación, vese al Faraón, adorado al par de la divinidad, teniendo á
su lado á Harmachis (Hor-em-Chuti), al Amon de Tébas, y á Ra de Menphis.
Los sabios de la Casa de Ramsés, que pueden ser considerados como los predecesores
del Museo de Alejandría, desplegaron una actividad sorprendente bajo el reinado de
Menephtah, que como su padre Ramsés, compartía su residencia entre Tébas y Tamis en
la Delta, concluyendo por fijarse en la última de dichas ciudades. Aquí, en medio de una
población semi-semítica, los hebreos se hallaban sometidos á la esclavitud, y obligados á
dedicarse á las penosas tareas de que nos habla la Biblia, puesto que Menephtah es el
Faraón á quien se refiere el Éxodo. Fácilmente puede comprenderse la dureza con que
eran tratados y oprimidos los semitas, en la parte más oriental de los nomos que con-
finaban con los países ocupados por las tribus independientes de la misma raza, considerando
que en su tiempo, los pueblos líbicos existentes al Oeste del valle del Nilo, se coaligaron
con los habitantes de las islas del Mediterráneo con el propósito de apoderarse del Egipto.
Una inscripción de Karnak nos da cuenta de que Menephtah alcanzó una victoria importan-
tísima sobre sus enemigos cerca de Prosopis, del mismo modo que, merced á otros
documentos pertenecientes á los años que siguieron al reinado del mismo, sabemos también
que el acontecimiento conocido bajo el nombre de Éxodo de los judíos, ejerció influencia
decisiva en la marcha histórica del Egipto. En efecto, al cabo de poco tiempo estallaron
las sublevaciones y las revueltas de los jefes de los nomos, la Delta prestó obediencia,
durante algunos años, á un siriaco llamado Aarsu, y la ambición de muchos pretendientes
rivales, que periódicamente lograron apoderarse del cetro de los faraones legítimos, con-
movió hondamente el Estado, hasta tanto que la política habilísima de Seti-necht restableció
la calma en el Egipto. Ramsés III, hijo de Seti-necht, dió principio á una nueva dinastía,
miserable, como grandes y afortunados habían sido sus
cuyo fin debía ser tan triste y
comienzos.
Entre todas las memnomas que se encuentran en la orilla occidental de Tébas, distínguese
por la grandiosidad v por la originalidad de su plan, así como por el buen estado de consei
vacion de sus partes principales, la que lleva el nombre de templo de Medinet-Habu. La
construcción de tan bello edificio, cerca de un pequeño templo de Thutmosis III (I del plano),
al Sur de la necrópoli , se debe á Ramsés III. Durante el gobierno de los Tolomeos y de
los Césares, alcanzó notables y espléndidos mejoramientos, y más tarde, cuando la fe en el
Salvador arrojó las divinidades egipcias de los lugares en que se les prestaba culto,
establecióse en sus aposentos una comunidad religiosa, que construyó una iglesia en uno
Mariette lo hizo limpiar hace algún tiempo, empleando en ello numerosas
de los patios.