Page 52 - Egipto TOMO 2
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RESUBKECCION DEL EGIPTO ANTIGUO
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Los jeroglíficos f] Y ^ ~^J, si es que realmente expre-
saban letra á letra las palabras ó nombres de Ptolomeo y Cleopatra debian por fuerza contener
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varios signos completamente iguales. En tal caso en el jeroglífico que expresara Ptolomeo, el
primer signo , debía representar una P; y siendo así, habia de encontrarse en el otro, que
expresa el nombre de Cleopatra, ocupando el quinto lugar: y en efecto, fijando la atención en
éste se ve que hay el mismo signo en el lugar que en C-l-c-o-P-atra debe ocupar la letra
expresada. Siendo esto cierto, el tercer signo del nombre Ptolomeo, que se halla representado
por un lazo hecho de un cordel debe ser una O, y el cuarto, que representa un león,
una L; ahora bien, las letras O, L, se encuentran también en la palabra C-L-e-O-patra, y dichos
signos, el lazo y el león, en el jeroglífico que expresa su nombre en los lugares correspon-
dientes á dichas letras; no hay, pues, para qué decir que las hipótesis alcanzaron la categoría
de verdades indubitables. Ya en este camino, continuáronse las comparaciones echando
mano de jeroglíficos que expresaban otros nombres propios, entre ellos el de Alejandro,
Alksantrs y por medio de semejante procedimiento se avanzó cada dia
más y más hasta llegar á la reconstitución completa del alfabeto egipcio. Lo dicho no podría
bastar sin embargo para la lectura de textos redactados en escritur ajeroglífica, ya que además
de los signos, que podemos llamar alfabéticos, existian centenares de otra especie, que el
mismo Champollion fué el primero en reconocer que carecían de valor fonético, y servían
únicamente para precisar el significado de los grupos en los cuales se les empleaba.
No es este lugar apropósito para entrar en pormenores respecto de los penosos trabajos
que fué indispensable realizar para que los sabios llegaran á la cabal inteligencia de la escri-
tura jeroglífica. A los investigadores franceses é ingleses agregáronse al cabo de poco tiempo,
con éxito no ménos completo, otros, alemanes, italianos, escandinavos y rusos, y merced á los
resultados por unos y otros obtenidos, sabemos hoy que la escritura egipcia, á las letras y á las
sílabas de que se vale para trazar las palabras, añade otros signos que se llaman determina-
tivos — determinativos genéricos y determinativos específicos— que sirven para indicar la
clase de idea á que pertenece cada una de las partes de la frase. Este elemento ideográfico,
desconocido en nuestro sistema de escritura, es punto ménos que indispensable en el egipcio;
y se comprende, teniendo en cuenta que, detenido, si así puede decirse, el idioma egipcio, en
los comienzos de su formación, debió resultar una lengua sumamente pobre y por lo mismo
abundante por demás en homónimos y sinónimos. Así, por ejemplo, la raíz Ank, significa
vivir, jurar, oteja, espejo y cabra; como en aleman Thor expresa un dios escandinavo, un loco
y una puerta. Esto sentado, fácilmente se comprende que el lector, en presencia de las palabras
ankh nefer, podría interpretar que quiso con ellas expresarse «una buena vida» ó «una
si los signos determinativos
hermosa cabra, » « ó un buen espejo, » « ó una hermosa oveja »
no fijaran la \erdadera interpretación ó valor de tales palabras. Sobre todo en la escritura
sobre piedra, difícil de trazar, encuéntrame frecuentemente los signos determinativos de