Page 57 - Egipto TOMO 2
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RESURRECCION DEL EGIPTO ANTIGUO 53
larga série de obras cuya fecha puede determinarse con verdadera precisión, resulta cosa fácil
formarse una idea de lo que han llevado á cabo los artistas egipcios en el campo de la
escultura, y determinar los rasgos más importantes que caracterizan cada uno de los períodos
del arte egipcio.
Desde luego siéntese el curioso inclinado á creer que la plástica egipcia produjo sus
obras más importantes en las épocas más antiguas, es decir, en aquellas que conocemos desde
que realizamos nuestra excursión á las llanuras de Memphis, pues no se han encontrado
jamás en las márgenes del Nilo estatuas más reales y llenas de vida que las que han sido
desenterradas en Sakkarah ó en los mausoleos de Gizeh , algunas de las cuales cuentan lo
ménos cinco mil años de antigüedad. Ya hemos puesto ante los ojos del lector la estatua del
amanuense, que se conserva en el Museo del Louvre, 1 y la bellísima de Chefren descubierta
en el edificio situado junto á la esfinge, y trasladada después al Museo de Boulaq 2 pero estas
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dos obras magistrales, ceden indudablemente en realismo á la admirable figura labrada en
madera de sicomoro, que representa á un elevado funcionario de edad avanzada, que empuña
con la diestra un bastón de mando: y tales son su ademan y actitud, que no parece sino que
sobre sus piés restaurados, mira frente á frente y en altivo ademan á las gentes á quienes tenía
por costumbre mandar. Nada se opone á que ese anciano venerable hubiese sido un bondadoso
padre de familia; mas no cabe dudar que cuando las circunstancias lo exigian sabia imponer
su voluntad. A dicha estatua se la ha designado con el nombre de Sheikh el Beled (el jeque de
aldea) debido á que los operarios de Mariette que la descubrieron en el sepulcro en que yacía
y fueron los primeros que la vieron exclamaron llenos de sorpresa: «¡Calle, pues si es nuestro
alcalde!» No podía darse al que la esculpió un testimonio más fehaciente del primor con que
había ejecutado su obra. Idéntico ó parecido elogio puede hacerse de otra estatua de madera
que representa un joven de Memphis, cuya parte superior, única que se conserva, fué también
descubierta en Sakkarah; v las mismas alabanzas merece, sino mayores, el admirable grupo
que forman el joven príncipe Ba-Hotep y su esposa Nefert.
Dicho monumento , al cual se ha concedido puesto de honor en un escaparate , fué encon-
trado en las cercanías de la pirámide de Meidoum, y pertenece á los tiempos de Snefrú, que
reinó ántes de que tuviera lugar la erección de la gran pirámide, siendo por consiguiente la
escultura más antigua que existe en el mundo. Sin embargo, áun cuando se contemplen sin
verdadero placer artístico los rasgos de la pareja que representa, no puede ménos que reco-
nocerse que en su modelado hay un realismo de buena ley, en virtud del cual hay motivo para
considerar que sus rostros son verdaderos retratos. Las dos figuras están pintadas, la del
la de la mujer de amarillo claro. Contemplando dichas figuras es
varón de rojo oscuro y
preciso convenir en que en esos remotos tiempos y en el más conservador de todos los pueblos,
la moda era ménos voluble que al presénte. La descomunal peluca que cubre la cabeza de
Nefert. estuvo en uso, según acreditan los monumentos, durante el dilatado espacio de más
Véase el tomo I, pág. 175.
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Véase el tomo I, pág. 196.
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EGIPTO, TOMO II.