Page 60 - Egipto TOMO 2
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RESURRECCION DEL EGIPTO ANTIGUO
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                                                    la delicadeza del cincel, siquiera,
                de oro, que sorprenden por lo acabado de la fundición y
                como acontece con la mayor parte de los ídolos más bien acabados, pertenezcan al nuevo
                imperio.
                  Todos los monumentos anteriores á la invasión de los Hyksos se distinguen, y lo mismo
                debe entenderse respecto de las inscripciones jeroglíficas que los acompañan, por su elegante
                sencillez. Otro carácter ofrecen y es la reproducción fidelísima de la naturaleza; en estos
                retratos perfectamente individuales jamás se sorprende el rasgo más insignificante de vida
                ideal; en cambio lo ideal, la expresión del alma y del sentimiento, no son en manera alguna
                                 extraños á las obras menos realistas y  menos sencillas del imperio
                                 moderno.  Contemplándolas, no parece sino que en  el pueblo
                                 egipcio del tiempo de los Hyksos hase filtrado un elemento nuevo,
                                 no sólo perceptible en las obras escultóricas, sino también en los
                                 trabajos colosales y  complicados que su imaginación inspiró á los
                                 arquitectos; en la expresión más adornada del lenguaje; en  el
                                 desarrollo más intenso del sentimiento religioso, y hasta en la
                                 concepción más viva de la inmortalidad del alma y de la divinidad,
                                 que revela una fantasía más impresionable y arrebatada. Posee-
                                 mos de los tiempos del nuevo imperio muchedumbre de estatuas
                                 de todas clases y  dimensiones, sentadas y de pié,  altas como
                                 montañas y diminutas como dijecillos, labradas en granito gris,
                                 no menos duro que el hierro, en simple esquisto ó en madera de
                                 insignificante dureza.  Las más colosales, que son  al propio
                                 tiempo las más conocidas, difieren mucho en valor artístico, y
                                 por punto general no han sido juzgadas de la manera debida;
                                 pues se las ha considerado cual si por sí solas constituyeran mo-
                                 numentos independientes, siendo así que su destino era formar
                                 parte de grandes conjuntos arquitectónicos cuyo efecto debian
                                 realzar. No se olvide que desde  los tiempos más remotos la
                                 escultura egipcia fué auxiliar poderosísimo de la arquitectura,,
                                 ya que así los bajo-relieves como las inscripciones jeroglíficas
                   HACHA Y DAGA DE LA REINA
                      AAH-HOTEP
                                 tenian en el antiguo imperio un valor decorativo. Cuantas estatuas
                colosales se conocen, fueron establecidas en emplazamientos previamente elegidos bajo el punto-
                de vista arquitectónico y  formaban parte de edificios magníficos, de suerte que cuando se dice
                de ellas, para rebajar su mérito, que afectan una calma que llega hasta la carencia de vida, no-
                se tiene en cuenta que por punto general estaban erigidas junto á las puertas de los templos;
                que tenian el rostro vuelto hácia el sitio que ocupaban los fieles,  y que, por consiguiente, el
                carácter de tranquilidad y  calma monumental que podia apreciarse en todo cuanto las rodeaba,
                cuadraba perfectamente con  la expresión que  las distinguía, existiendo por consiguiente
                verdadera armonía de sentimiento entre la manifestación escultórica  y la obra arquitectónica.
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