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322 ORIGEN Y CIVILIZACIONES
á ciento cuarenta varas de largo, con columnas angulareí;
pórticos monolíticos en proporciones colosales, todo escul-
pido con figuras humanas de regular ejecución; estatuas de
basalto é idoloi de piedra, gigantescos, artísticamente talla-
dos. Tales son las sorprendentes obras que yacen en ruinas
en Tiahuanaco y que pertenecen á un orden arquitectural
especial, pues no tienen semejanza con las construcciones y
esculturas de alguna otra nación.
Un historiador moderno hace la siguiente descripción de
las rainas de Tiahuanaco: «Eitas ruinas, situadas á yeiúte
kilómetros al Sud del lago Titicaca, son de antigüedad des-
conocida, muy anteriores al período incaico. Son de gran-
des moles de pórfido, predominando los colosales bloques, to-
dos simétricamente labrados y artísticamente pulidos. Una
serie de aposentos con eiculturas uniformes se nota á prime-
ra vista después de una colina artificial sobre cimientos he-
chos de grandes rocas cortadas á escuadra, que tiene cin-
cuenta pies de altura, seiscientos veinte de largo, cuatrocien-
piedras, describe la manera como se han trasportado desde el volcán Kai-
jappia hasta Tiahuanaco, opinando que indudablemente, en aquella época,
se estendía un brazo de agua en todo el trayecto que media entre el lago
Titicaca y Tiahuanaco; que aún se encuentran en este último lugar el mue-
lle y desembarcadero, y á cincuenta pasos de éste, las piedras desembarca-
das que los constructores referidos comenzaron á labrar. Se han traspor-
tado dichas piedras, según asevera el señor Posnausky, mediante grandes
balsas de totora construidas con ochronm picatoría (palo de balsa) que se
encuentra en los Yuogus, necesitándose, para la construcción de ellas, más
de tres mil kilos de ese palo ó sean setenta troncos de diez metros de largo
y veinte de espesor. El trayecto de Kaijappia á Tiahuanaco, dice, es de
cuarentaicinco kilómetros, que se pudo haber recorrido en veinticuatro ho-
ras. Cuanto á las moles de que hablan u'Orljigny y Squier, Id parece al se-
ñor Posnausky, que precedían de balsas que naufragaron, hundiéndose con
8u pesada carga, «Las piedras desparramadas éntrela orilla del lago y
las minas, no son, en ningún caso,piedras cansadast cual las califica Gar-
cilaso, porque su peso es comparativamente muy pequeño para que fueran
^)im^Oü£Lá&s por nc tener como trasportarlas,»