Page 50 - I. Origen de los indios de Amrica. II.Origen y civilization de los indgenas del Peru
P. 50
36 i>RKi.trsiéN
Séneca (1), las palabras que pone en boca del coro qae
figura en bu bella tragedia Medea; 6 si no, fundándose este
filósofo en la noticia que de las islas del mar Atlántico dio
Platón por tradición; ó bien en la especulación de sus pre-
decesores, los filósofos antiguos, sobre la figura del Globo
terráqueo; ha vaticinado con espíritu profético la existencia
de un rico Continente; ó, por mejor decir, el convencimiento
que este sabio tenía de los secretos de la Naturaleza y de la
Historia, le hicieron prever que no era imposible que, al fin,
le descubriera un país que se suponía ya conocido de los
Fenicios y Cartagineses, pues en su referida tragedia Medea,
al fin del acto segundo, el coro exclama:
Venient annis
Sscccula seríSi quihus Oceanus
Vincula rerum laxety et ingens
Patebit telJüSf Tetbisque novos
Deteget Orbes^ nec sit terris
Ultima Tbule.
(1) Lucio Anneo Séneca, célebre filósofo, nació en Córdoba hacia el
año 13 de la era cristiana. Fué maestro de retórica y poética en Roma,
y preceptor del tirano Nerón, quien con las instrucciotfes de su maestro se
distinguió como un modelo de monarca durante los cinco primeros años
de su reinado; pero después se entregó á crímenes abominables, que han
hecho de él la vergüenza del género humano; Séneca lo censuró continua-
mente, atrayéndose el odio de su antiguo discípulo, al extremo de que éste
le condenó á muerte, concediéndole tan sólo la gracia de escoger él mismo
la manera como debía morir. La muerte que Séneca escogió fué la de
picarse las venas; durante sus últimos instantes de vida se entretuvo con
sus amigos que le rodeaban y lloraban su trágico fin, tratando de consolar
á unos con su dulzura, y á otros con su severidad. Molestado por la tar-
danza de su muerte, vSuplicóásu médico y antiguo amigo, Estacio Anneo, de
suministrarle un veneno, lo que éste no halló oportuno, pues agotada la
sangre de sus venas y sus miembros ya helados, el veneno no produciría
ningún efecto, siendo necesario ahogarle con el vapor de un baño de agua
caliente, para abreviar así su fin. Su mujer, Paulina, se hizo á la vez picar las
ycnas para morir junto con su egposo. ¡Abnegado y tublime sacrificio de