Page 39 - Orgullo y prejuicio
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que hubiese en su biblioteca.
––Desearía que mi colección fuese mayor para beneficio suyo y para mi
propio prestigio; pero soy un hombre perezoso, y aunque no tengo muchos
libros, tengo más de los que pueda llegar a leer.
Elizabeth le aseguró que con los que había en la habitación tenía de
sobra.
––Me extraña ––dijo la señorita Bingley–– que mi padre haya dejado
una colección de libros tan pequeña. ¡Qué estupenda biblioteca tiene usted
en Pemberley, señor Darcy!
––Tiene que ser buena ––contestó––; es obra de muchas generaciones.
––Y además usted la ha aumentado considerablemente; siempre está
comprando libros.
––No puedo comprender que se descuide la biblioteca de una familia en
tiempos como éstos.
––¡Descuidar! Estoy segura de que usted no descuida nada que se
refiera a aumentar la belleza de ese noble lugar. Charles, cuando construyas
tu casa, me conformaría con que fuese la mitad de bonita que Pemberley.
––Ojalá pueda.
––Pero yo te aconsejaría que comprases el terreno cerca de Pemberley y
que lo tomases como modelo. No hay condado más bonito en Inglaterra que
Derbyshire.
––Ya lo creo que lo haría. Y compraría el mismo Pemberley si Darcy lo
vendiera.
––Hablo de posibilidades, Charles.
––Sinceramente, Caroline, preferiría conseguir Pemberley comprándolo
que imitándolo.
Elizabeth estaba demasiado absorta en lo que ocurría para poder prestar
la menor atención a su libro; no tardó en abandonarlo, se acercó a la mesa
de juego y se colocó entre Bingley y su hermana mayor para observar la
partida.
––¿Ha crecido la señorita Darcy desde la primavera? ––preguntó la
señorita Bingley––. ¿Será ya tan alta como yo?