Page 43 - Orgullo y prejuicio
P. 43
CAPÍTULO IX
Elizabeth pasó la mayor parte de la noche en la habitación de su
hermana, y por la mañana tuvo el placer de poder enviar una respuesta
satisfactoria a las múltiples preguntas que ya muy temprano venía
recibiendo, a través de una sirvienta de Bingley; y también a las que más
tarde recibía de las dos elegantes damas de compañía de las hermanas. A
pesar de la mejoría, Elizabeth pidió que se mandase una nota a Longbourn,
pues quería que su madre viniese a visitar a Jane para que ella misma
juzgase la situación. La nota fue despachada inmediatamente y la respuesta
a su contenido fue cumplimentada con la misma rapidez. La señora Bennet,
acompañada de sus dos hijas menores, llegó a Netherfield poco después del
desayuno de la familia.
Si hubiese encontrado a Jane en peligro aparente, la señora Bennet se
habría disgustado mucho; pero quedándose satisfecha al ver que la
enfermedad no era alarmante, no tenía ningún deseo de que se recobrase
pronto, ya que su cura significaría marcharse de Netherfield. Por este
motivo se negó a atender la petición de su hija de que se la llevase a casa,
cosa que el médico, que había llegado casi al mismo tiempo, tampoco juzgó
prudente. Después de estar sentadas un rato con Jane, apareció la señorita
Bingley y las invitó a pasar al comedor. La madre y las tres hijas la
siguieron. Bingley las recibió y les preguntó por Jane con la esperanza de
que la señora Bennet no hubiese encontrado a su hija peor de lo que
esperaba.