Page 45 - Orgullo y prejuicio
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––Sí; y los caracteres complejos son los más apasionantes de todos. Por
lo menos, tienen esa ventaja.
––El campo ––dijo Darcy–– no puede proporcionar muchos sujetos para
tal estudio. En un pueblo se mueve uno en una sociedad invariable y muy
limitada.
––Pero la gente cambia tanto, que siempre hay en ellos algo nuevo que
observar.
––Ya lo creo que sí ––exclamó la señora Bennet, ofendida por la manera
en la que había hablado de la gente del campo––; le aseguro que eso ocurre
lo mismo en el campo que en la ciudad.
Todo el mundo se quedó sorprendido. Darcy la miró un momento y
luego se volvió sin decir nada. La señora Bennet creyó que había obtenido
una victoria aplastante sobre él y continuó triunfante:
––Por mi parte no creo que Londres tenga ninguna ventaja sobre el
campo, a no ser por las tiendas y los lugares públicos. El campo es mucho
más agradable. ¿No es así, señor Bingley?
––Cuando estoy en el campo ––contestó–– no deseo irme, y cuando
estoy en la ciudad me pasa lo mismo. Cada uno tiene sus ventajas y yo me
encuentro igualmente a gusto en los dos sitios.
––Claro, porque usted tiene muy buen carácter. En cambio ese caballero
––dijo mirando a Darcy –no parece que tenga muy buena opinión del
campo.
––Mamá, estás muy equivocada ––intervino Elizabeth sonrojándose por
la imprudencia de su madre––, interpretas mal al señor Darcy. Él sólo
quería decir que en el campo no se encuentra tanta variedad de gente como
en la ciudad. Lo que debes reconocer que es cierto.
––Ciertamente, querida, nadie dijo lo contrario, pero eso de que no hay
mucha gente en esta vecindad, creo que hay pocas tan grandes como la
nuestra. Yo he llegado a cenar con veinticuatro familias.
Nada, si no fuese su consideración por Elizabeth, podría haber hecho
contenerse a Bingley. Su hermana fue menos delicada, y miró a Darcy con
una sonrisa muy expresiva. Elizabeth quiso decir algo para cambiar de