Page 47 - Orgullo y prejuicio
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buen soneto la acabaría matando de hambre.

                     Darcy se limitó a sonreír. Siguió un silencio general que hizo temer a
                Elizabeth que su madre volviese a hablar de nuevo. La señora Bennet lo
                deseaba, pero no sabía qué decir, hasta que después de una pequeña pausa

                empezó a reiterar su agradecimiento al señor Bingley por su amabilidad con
                Jane  y  se  disculpó  por  las  molestias  que  también  pudiera  estar  causando

                Lizzy. El señor Bingley fue cortés en su respuesta, y obligó a su hermana
                menor a ser cortés y a decir lo que la ocasión requería. Ella hizo su papel,

                aunque  con  poca  gracia,  pero  la  señora  Bennet,  quedó  satisfecha  y  poco
                después pidió su carruaje. Al oír esto, la más joven de sus hijas se adelantó

                para decir algo. Las dos muchachitas habían estado cuchicheando durante
                toda la visita, y el resultado de ello fue que la más joven debía recordarle al
                señor Bingley que cuando vino al campo por primera vez había prometido

                dar un baile en Netherfield.
                     Lydia era fuerte, muy crecida para tener quince años, tenía buena figura

                y un carácter muy alegre. Era la favorita de su madre que por el amor que le
                tenía la había presentado en sociedad a una edad muy temprana. Era muy

                impulsiva y se daba mucha importancia, lo que había aumentado con las
                atenciones que recibía de los oficiales, a lo que las cenas de su tía y sus

                modales  sencillos  contribuían.  Por  lo  tanto,  era  la  más  adecuada  para
                dirigirse  a  Bingley  y  recordarle  su  promesa;  añadiendo  que  sería  una
                vergüenza ante el mundo si no lo mantenía. Su respuesta a este repentino

                ataque fue encantadora a los oídos de la señora Bennet.
                     ––Le  aseguro  que  estoy  dispuesto  a  mantener  mi  compromiso,  en

                cuanto su hermana esté bien; usted misma, si gusta, podrá señalar la fecha
                del baile: No querrá estar bailando mientras su hermana está enferma.

                     Lydia se dio por satisfecha:
                     ––¡Oh!  sí,  será  mucho  mejor  esperar  a  que  Jane  esté  bien;  y  para

                entonces  lo  más  seguro  es  que  el  capitán  Carter  estará  de  nuevo  en
                Meryton. Y cuando usted haya dado su baile ––agregó––, insistiré para que
                den también uno ellos. Le diré al coronel Forster que sería lamentable que

                no lo hiciese.
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