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nacional", destacando el modo como los dirigentes gobernaban para una
                              minoría, conquistó un caudal electoral inesperado, y súbitamente la vieja
                              clase   dirigente   se   vio   ante   un   fenómeno   de   entusiasmo   popular
                              desconocido en Colombia.

                              La campaña de calumnias y difamaciones desatada por la gran prensa
                              no logró debilitar al movimiento gaitanista, y la vieja casta comprendió
                                                                               que, como el arco del
                                                                               legendario rey nórdico,
      Gaitán   convocó   a   la                                                "Noruega   se   iba   a
      Marcha   del   Silencio,                                                 romper   entre   sus
      para   protestar   por   la                                              manos".   La   clase
      violencia   en   los                                                     dirigente,   encabezada
      campos,   y   una                                                        por los jefes políticos y
      impresionante multitud                                                   por los grandes diarios
      gaitanista   sobrecogió
      a Bogotá al marchar y                                                    sostenedores        del
      concentrarse   de   un                                                   poder, confiaba ya sólo
      modo   disciplinado   y                                                  en   la   ignorancia   y   la
      silencioso.                                                              indisciplina   de   las
                                                                               huestes gaitanistas, el
                                                                               "país de cafres" al que
                                                                               siempre         habían
                                                                               despreciado.       Fue
                                                                               entonces        cuando
                                                                               Gaitán   convocó   a   la
                                                                               Marcha   del   Silencio,
                              para   protestar   por   la   violencia   en   los   campos,   y   una   impresionante
                              multitud gaitanista sobrecogió a Bogotá al marchar y concentrarse de un
                              modo disciplinado y silencioso.

                              Aquel pueblo demostraba que no era una hidra vociferante, que podía
                              ser una fuerza poderosa y tranquila, y esto exasperó a los dueños del
                              país. A partir de ese momento Gaitán era el jefe de la mayor fuerza
                              popular de nuestra historia y, de acuerdo con el orden democrático, era
                              el seguro presidente de la república. Llegaría al poder no sólo con un
                              gran respaldo popular sino con una enorme claridad sobre las reformas
                              que requeríamos y sobre el país que Colombia debía llegar a ser para
                              impedir la perdición de millones de seres humanos.
                              Gaitán debió presentir que un modelo de desarrollo deshumanizado sería
                              capaz de sacrificar a los campesinos de Colombia, que eran la mayoría
                              de la población, para favorecer sin atenuantes los designios ciegos de un
                              capitalismo salvaje.


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