Page 14 - COLOMBIA:
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años, proscribiendo toda oposición, cerrando el camino de
acceso a la riqueza para las clases medias
emprendedoras, y manteniendo a los pobres en
condiciones de extremo desamparo mientras
acrecentaban hasta lo obsceno sus propios capitales.
El 9 de abril de 1948 fue la fecha más aciaga del siglo para Colombia.
No porque en ella, como lo pretenden los viejos poderes, se haya roto la
continuidad de nuestro orden social, sino porque ese día se confirmó de
un modo dramático. La estructura del movimiento gaitanista, con su
sujeción a la figura y el pensamiento del caudillo, permitió la
desmembración y la disolución de aquella aventura en la que se cifraba
el porvenir del país.
Gaitán tenía clara la necesidad de un
proyecto nacional donde cupiera el
país entero; una nación de blancos y
de mestizos, de negros y de
inmigrantes que pudiera reconciliarse
con el espíritu de los pueblos nativos
del territorio, y extraer de esa
complejidad una manera singular de
estar en el mundo. Pero esa claridad
lo llevó a enfrentarse ingenuamente,
es decir, de un modo valeroso,
sincero y desarmado, a esa clase
dirigente que se lucraba de la miseria
nacional y que despreciaba
profundamente todo lo que no
cupiera en su mezquina órbita de
privilegios. Una casta de mestizos
con fortuna que nunca había intentado ser colombiana, ni identificarse
con nuestra geografía, con nuestra naturaleza, con nuestra población;
que continuamente se avergonzaba, como sigue haciéndolo hoy, de este
mundo tan poco parecido al idolatrado mundo europeo. Una élite
deplorable que viajaba a Europa y a Norteamérica, no a llevar con orgullo
el mensaje de un pueblo dignificado por el respeto y afirmado en su
territorio, sino a simular ser europea, y a procurar por los métodos más
serviles ser aceptada por un mundo que no ignoraba su condición de
rastacueros y su falta de carácter.
El discurso de Gaitán merece muchas reflexiones. Es singular que en un
país envanecido por la retórica de sus gramáticos y de sus académicos
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