Page 22 - COLOMBIA:
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el cuadro de impotencia y de desesperación que ahora tenemos ante los
                              ojos.


                              Como se prohibió toda oposición legal, cosa que sólo puede ocurrir en
                              las dictaduras más cerriles, surgió y se fortaleció la oposición ilegal, la
                              oposición armada, que ha crecido hasta ser dueña de la mitad del país.

                               Durante mucho tiempo los ideólogos del poder explicaron la existencia
                              de   las   guerrillas   como   un   producto   de   la   infiltración   de   ideologías
                              foráneas,   en   particular   del   movimiento   comunista   internacional.   Lo
                              explicaban así a pesar de saber que en Colombia, como lo ha dicho
                              Hobsbawm, siempre hubo en los campos hombres en armas y es una
                              tradición la práctica de la rebelión focalizada en pequeña escala y el
                              bandidaje rural. Pero muchas de las guerrillas colombianas no fueron en
                              rigor comunistas, o sólo se revistieron de ese ropaje mientras duró el
                              auge mundial de aquella ideología, y en cambio todos hemos podido
                              comprobar   que   el   acallamiento   del   discurso   castrista   y   la   caída
                              abrumadora de la Unión Soviética y la gradual incorporación de la China
                              a la economía de mercado no sólo no precipitaron el fin de la guerrilla
                              colombiana   sino   que   fueron   simultáneos   con   su   auge   inusitado   en
                              nuestro territorio.


                                                            A pesar de su bandidaje y de su falta de
                                                          comunicación con la sociedad, la guerrilla
                                                          no es un caso de policía, no es un problema
                                                          militar sino un problema político y por ello
                                                          salta   a   la   vista   que   cuanto   más   se   la
                                                          combate y cuanto más se invierte dinero en
                                                          recursos militares contra ella, más fuerte se
                                                          hace.

                                                            ¿Quién ignora que el campo colombiano
                                                          está arruinado?
                                                            ¿Que   el   país   no   les   ofrece   ninguna
                                                          alternativa, ningún futuro, a los habitantes
                                                          del campo?
                                                            ¿Con   qué   cara   nos   viene   a   decir   este
                                                          Estado   que   los   campesinos   no   tienen
                                                          motivos para rebelarse,  cuando  hasta los
                                                          profesionales   en   Colombia   tienen   que
                                                          meterse a taxistas, y todo reclamo, por justo
                                                          que sea, está prohibido en la práctica?
         Manuel marulanda


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