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El Frente Nacional excluyó a las gentes humildes, y hemos visto crecer
                              de un modo colosal la miseria material y moral del país. Cuando el
                              Estado se esfuerza por hacer cosas en beneficio de los pobres, todo lo
                              hace  de  un  modo   limosnero   y  exterior,  porque   los  pobres   no   están
                              representados   en   el   Estado,   y   éste   procura   malamente   mitigar   las
                              condiciones de pobreza, pero no es una instancia comprometida con
                              soluciones reales para esa población.

                               Y no se trata de una minoría importante: se trata, según dicen las cifras,
                              de la mitad de la población nacional. Uno se pregunta: ¿En función de
                              quién gobierna el Estado si su primera prioridad no es el problema de la
                              pobreza, a través de la cual la sociedad entera se ha precipitado en el
                              caos?   De   esa   gigantesca   masa   de   seres   humanos   desterrados,
                              excluidos, de esa infrahumanidad, muchos se han visto forzados a la
                              delincuencia. Hoy la principal fuente de delitos en la sociedad colombiana
                              es la delincuencia común; no la delincuencia guerrillera ni la delincuencia
                              del narcotráfico sino la delincuencia común, hija de la ignorancia, del
                              resentimiento, de la pobreza, de las condiciones infrahumanas de vida y,
                              por supuesto, fortalecida y perpetuada por la impunidad.

                              Aún sin realizar los cambios que Colombia requiere con urgencia para
                              llegar a ser el país digno que queremos, aún sin esa gran revolución de
                              la dignidad, contra la miseria y contra la exclusión, sería un avance que
                              el Estado curara las tres gravísimas heridas que le infligió a la sociedad
                              con el esquema del Frente Nacional: la prohibición de una oposición
                              legal,   la   falta   de   democracia   económica,   la   falta   de   un   verdadero
                              compromiso con las clases más pobres.

                              Sólo una oposición legal verdaderamente actuante y eficaz puede hacer
                              inútil e injustificada la dañina oposición armada, con su capacidad de
                              extorsión y de terrorismo.

                              Sólo el acceso a la iniciativa económica y a la promoción social puede
                              permitir que se supere la terrible situación de las clases medias, día a día
                              forzadas a persistir en la nada fácil acumulación de riquezas ilegales.
                              Sólo   una   política   encaminada   a   la   capitalización   de   los   pobres,   a
                              garantizarles condiciones de dignidad y niveles decorosos de vida, sólo
                              su   acceso   a   una   relación   viva   con   el   lenguaje   y   la   cultura,   puede
                              disminuir considerablemente los niveles de criminalidad y de delincuencia
                              común en Colombia.





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