Page 121 - Fantasmas
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Joe HiLL
Buddy la miró.
—¿Cómo que me aleje? Lo voy a volar en pedazos. Ese
mierda de George Walker se va a enterar... Ahí de pie... rién-
dose de mí. —Él también rió, pero las manos le temblaban y
las balas se le cayeron al suelo con un martilleo—. Mañana mi
foto estará en la primera página de todos los periódicos.
Sus dedos encontraron por fin la bala y la metió en la
escopeta. Francis dejó de intentar hablar y alzó las patas de-
lanteras, con los garfios serrados levantados en un gesto de ren-
dición.
—¡Está haciendo algo! —chilló Ella.
—¿ Quieres hacer el favor de callarte, zorra histérica? —di-
jo Buddy—. No es más que un bicho, por muy grande que sea,
y no tiene ni puta idea de lo que estoy haciendo.
Giró la muñeca, y la bala se encajó en la recámara.
Francis embistió con la intención de apartar a Buddy y
dirigirse a la puerta, pero su pata derecha cayó y la guadaña
esmeralda en que terminaba asestó una cuchillada roja de la
misma longitud que el rostro de Eddy. El tajo empezaba en
su sien derecha, saltaba la cuenca del ojo, pasaba por el puen-
te de la nariz y por encima del otro ojo y se prolongaba diez
centímetros por su mejilla izquierda. Buddy abrió la boca
de par en par, de forma que parecía sorprendido, como un
hombre al que acaban de acusar de un crimen que no ha co-
metido y al que la conmoción ha dejado sin habla. La esco-
peta se disparó con un fuerte estruendo que hizo estremecerse
las hipersensibles antenas de Francis. Parte de la bala le al-
canzó en el hombro con un dolor punzante, y el resto se em-
potró en la pared de escayola que había a su espalda. Francis
gritó de miedo y dolor: otro de esos sonidos metálicos dis-
torsionados y cantarines, sólo que esta vez era agudo y pe-
netrante. Dejó caer la otra pata con la fuerza de un hacha e
impulsada por el peso de todo su cuerpo, golpeando el pecho
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