Page 240 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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230 La trágica noche de Santacruz
Roboré, continuaremos informando”. “Mejor es que me marche”, se
dijo “El enmascarado de plata”. Fue cuando vio varios bidones con
gasolina, él le preguntó: ¿y que contienen esos galones?
-Gasolina -dijo ella-, es para revender a Bs 20 el litro. Hay que bus-
carle a la vida en este lugar desolado y triste.
La rutina diaria era tomar desayuno, durante el día ella era quien vi-
gilaba la llegada de cualquier persona o alguna ingrata visita desde
el sur. Luego él hacía lo mismo en la noche, con el revólver en el
cinto, estaba seguro que él dispararía primero y mataría a Al Capone.
Nerón mira al norte, por ese sendero podría llegar Al Capone y debe
estar ojo al chaque. Algunas noches terminaban revolcándose en una
de las camas, ajenos al viento ardiente que soplaba fuego, el calor
era insoportable. Una noche, “El enmascarado de plata” terminó su
horario de vigilar los caminos y entró de improviso a la habitación y
vio que ella estaba husmeando la mochila y se le fue encima, no para
el amor sino para asfixiarla. Ella se defendió como leona, era robusta
y tenía suficientes fuerzas para defenderse. Los 120 kilos y la fuerza
descomunal fue suficiente para que “el enmascarado de plata” la as-
fixie. Era una lucha a muerte, ella se defendía con toda clase de re-
cursos, Leoluca Camorrero pensó que iba a perder la batalla, pero
hizo un último esfuerzo en su vida, con sus manazas volvió a apretar
el cuello de la mujer. Una angustia y dolor se apoderó de Custodia
Cabello, tenía un ataque de pánico, sintió que le fallaban las fuerzas,
sintió incapacidad para hablar y respirar, arañaba al hombre, intentó
gritar y finalmente vio que nubes blancas daban vueltas por su ca-
beza, “pero si es la noche”, fue lo último que se dijo.
Leoluca Camorrero se levantó de la cama y salió al patio desierto, se
sentó otra vez en el toco, desde allí contemplaba el cadáver de la
única mujer que había amado apasionadamente en toda su vida. El
Diablo se apoderó otra vez de su alma, se levantó, tomó un vaso lleno
de Havana Club para darse ánimos. Y como un sonámbulo; pero con