Page 237 - LIBRO LA NCHE TRAGICA SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz 227
podía identificar la matrícula de la nave: CP solamente, los números
estaban ilegibles. Husmeó. Camorrero inquirió la nave Piper. Olfateó
y descubrió que la avioneta se estrelló hacía más o menos medio año,
piloto y copiloto eran apenas esqueletos, las fieras salvajes había
hecho ya su trabajo. Metió la mano por todos los lados en busca de
algo. Exacto. Encontró una mochila repleta de dólares y un revólver
.500 Smith&Wesson Mágnum.
¡Soy rico! Se dijo y agarró los dólares.
¡Soy millonario! ¡Los milagros existen, soy millonario!
Gritó a todo pulmón en aquel paraje lejano, apartado de la civiliza-
ción. Nadie lo escuchó. Pero ni qué dudarlo fue un día de muchas
sorpresas, unos pasos más adelante divisó una precaria vivienda.
-Me llamo Custodia Cabello Blanco, dijo una mujer alta y bien re-
machada con una vozarrón que metía miedo, ella tenía en el cinto un
revólver Galand calibre 22.
-Conmigo no se propase y no se meta a hacerse el machito, el Don
Juan, o Casanova, porque yo le meteré plomo sin piedad.
Ella estaba de pie, firme, frente al hombre. Desafiante.
-Yo me llano Leoluca Camorrero, tengo también otros apodos. No
se preocupe no la tocaré. Solamente véndame comida por unos días
y luego me largaré. ¿Cuál es el pueblo más próximo?
-Puerto Suárez, no es muy lejos que digamos, respondió Custodia.
Una noche, la noche más calurosa en los bañados del Otuquis desde
tiempos inmemoriales. Leoluca Camorrero estaba sentado en un toco.
Custodia estaba sentada en otro toco. Están en el patio de la mísera
vivienda. Ella dijo: “Yo espero aquí a un hombre que se llama Al Ca-