Page 76 - historia de españa
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de Deusto y a los agustinos del Escorial.
                   Las revueltas de los estudiantes en 1928 y 1929 acabaron con el cierre de la Universidad. La

            otra fuerza fue el propio ejército. Los militares destinados en la Península vieron a un Primo de

            Rivera favorable a los militares “africanistas” y poco proclive a ellos. El ataque al cerrado cuerpo de

            artillería fue el que precipitó la caída del régimen. El 30 de enero de 1930, Alfonso XIII aceptó la
            dimisión de Primo de Rivera.

            Efímero regreso a la monarquía parlamentaria (1930-1931)

                   Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII encarga la formación de gobierno al general

            Dámaso Berenguer. El monarca era impopular, ya que la opinión pública urbana identificaba la
            figura del rey con la figura del dictador, al que había dado el visto bueno. Las fuerzas antidinásticas

            formaron una iniciativa unitaria, que culminó con el Pacto de San Sebastián (17 de agosto de

            1930).

                   En él se reunían los republicanos históricos y el PSOE. Acordaron la supresión de la
            monarquía y la proclamación de la República y la creación de un gobierno provisional que asumiría

            el compromiso de convocar unas Cortes Constituyentes, que se encargarían de aprobar una

            Constitución y también un estatuto de autonomía para Cataluña.

                   El acuerdo del  Pacto de San Sebastián  implicó la creación de un comité revolucionario
            compuesto por Alcalá Zamora, Miguel Maura, Domingo, Prieto, Azaña, Albornoz y De Los Ríos. En

            diciembre de 1930 se difundió un manifiesto, firmado por los principales dirigentes, en el que se

            llamaba a la población a derribar la monarquía.

                   Del pacto se derivaron dos líneas de acción: una revolucionara, que llevó al fracasado
            pronunciamiento militar de Jaca en diciembre de 1930, y otra política que con una gran campaña

            en prensa y mítines, lograría arruinar el prestigio de la monarquía. Un nuevo gobierno, presidido

            por el almirante Aznar, decidió convocar elecciones municipales. Se celebraron el 12 de abril de

            1931. Acabaron convirtiéndose en un plebiscito sobre la monarquía. Aunque salieron elegidos más
            concejales   monárquicos   que   republicanos,   la   suerte   estaba   echada   para   Alfonso   XIII   en   el

            momento en el que éstos triunfaron en las ciudades más importantes (donde no era tan fácil

            controlar el voto con el sistema caciquil).
                   Convencido de que las elecciones municipales habían sido una manifestación nacional

            contra la monarquía, el conde de Romanones, ministro de Estado, recomendó al rey abandonar

            España y negoció con el comité revolucionario un traspaso del poder. Cuando el general Sanjurjo,
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